Federico Delgado: “Todo lo que no nos gusta es lawfare”

Federico Delgado es abogado y licenciado en Ciencia Política. Desde 1997 es fiscal federal en lo criminal en la Ciudad de Buenos Aires y fue fiscal adjunto del poderoso ex fiscal de Cámara Germán Moldes, con quien supo cultivar una amistad que ya no existe. Estuvo a cargo de la investigación que llevó a las condenas del primer juicio por la tragedia de Once y tuvo un fuerte cruce con la familia de Lucas Menghini Rey cuando pidió absolver a los bomberos que tardaron 60 horas en encontrarlo. También trabajó en causas picantes como las coimas del Senado, el megacanje, la tragedia de Time Warp y Odebrecht.

– Federico Delgado. ¿Quién sos?

– Federico Delgado. Trabajo de fiscal federal en la Justicia argentina hace demasiados años. Soy un tipo que tiene un buen salario, que trabaja para la gente, que labura en el Estado. Simplemente eso.

-Y que no va vestido de traje a trabajar. El fiscal de las remeras negras. ¿Las compras al por mayor?

– No.

– En definitiva tu remera negra es la camisa y la corbata. Al final es un uniforme.

– Es un uniforme. Lo que pasa es que el traje me parece muy incómodo y uno para trabajar tiene que estar cómodo.

– ¿Y, más allá de la ropa, en la Procuración estás cómodo para trabajar?

– En Argentina, en el sistema judicial, es difícil estar cómodo porque nuestras instituciones son como grandes quesos con agujeros muy grandes. Y no tienen que proteger a la persona, tienen que proteger a la institución. Pero eso no pasa, entonces se cuelan siempre intereses particulares. Cuando el poder se mueve, genera siempre algún tipo de resistencia. Bueno, el sistema judicial se mueve. Obviamente, a nadie le gusta que lo investiguen. La gente resiste. Esas resistencias pueden ser discursivas, pueden ser técnicas, pueden ser…

– Violentas.

– Pueden ser violentas. Pueden ser presiones.

– Pero aprietes, digamos, amenazas, cosas más jodidas, ¿te pasaron?

– No, así cara a cara no.

– Pero te pisó un auto.

– Me pisó un auto. Y nadie me explicó por qué.

La reforma

– ¿Qué hay que hacer con la oficina anticorrupción? ¿La cerramos? ¿Tiramos la llave?

– No. Es que es una locura. Argentina tiene dos oficinas con las mismas competencias. Hay una oficina del Ministerio Público Fiscal que tiene competencias parecidas. Hay que hacer de dos, una.

– ¿Te parece bien lo que hace esta gestión actual en la Oficina, que ha renunciado a las querellas que estaban en trámite porque considera que no es su rol y que, en todo caso, son los fiscales los que tienen que ocupar ese lugar?

– Eso no me parece ni bien ni mal. Yo no hubiera hecho eso. Si empiezo una causa, la termino. El problema que tiene la Justicia como sistema es que está sospechada. Y eso es lo peor que puede pasar, que la gente no te crea.

– ¿Cómo ves la situación judicial de Cristina Fernández?

– El final abierto. Veo juicios que me duelen a mí como agente del sistema judicial. ¿Por qué? Me duelen por el tiempo que llevan. Hechos del año 2004, 2005, 2008, 2009. Es 2022 y esperamos sentencia. Me parece que hay un problema de temporalidad tremendo.

– ¿Y a qué obedece que las causas de corrupción demoren en promedio 15 años en Argentina?

– Porque no pasa nada. Las leyes tienen plazos. ¿Y si no los cumplís, qué pasa?

– Nada, porque no son perentorios.

– Bueno…

– Son “plazos”.

– ¿Qué pasa si vos decís: “Bueno, tengo una causa contra este gobierno…Y, pero este gobierno… Voy a esperar a que este gobierno pase y cuando venga el próximo la muevo”. ¿Te pasa algo si fueses jueza?

– Nada.

– Incluso, capaz te va bien. Hay una ventana que permite que los magistrados (no todos, pero muchos) usen las causas de acuerdo con sus intereses personales, que puede ser dinero, puede ser fama, puede ser miedo, puede ser salir en el diario. Puede ser lo que se te ocurra.

La pregunta inconstitucional

– Cuando el fiscal de Cámara Germán Moldes desistía de tus apelaciones en causas varias para un lado y para el otro, ¿sentís que lo hacía porque creía que actuaba conforme a la ley?

– No, muchas veces no. Yo le agradezco mucho a Germán Moldes que me empujó para ser fiscal. A mí me nombran fiscal cuando no había concursos, por resolución. Y porque él, que era mi jefe (yo trabajaba en la Cámara Federal), él me empujó. Tuve una relación muy linda con él.

– De amistad, ¿no?

– De amistad, mucho tiempo.

– ¿La seguís teniendo?

– Después no. Pasaron cosas. Pasaron cosas. Cosas feas para mí y yo dejé de tener esa relación.

El temazo

– ¿Es verdad que se trabaja poco en Tribunales?

– Hay de todo. Hay gente que trabaja muy poco. Gente que no trabaja nada. Gente que trabaja mucho y no sabe para qué. Yo creo que se trabaja mal. No hay capacitación. No te olvides que hasta hace no tanto tiempo, antes de la pandemia, nosotros mandábamos telegramas. Usábamos el fax. Mandábamos cédulas de notificación, que la gente ni sabe de qué estoy hablando.

– Cosíamos expedientes.

– Cosíamos expedientes. De verdad. A nadie le ha importado. La famosa reforma judicial, a nadie le importó de verdad mirar la casa desde abajo. La miramos de arriba, la Corte 15.000 miembros, 18 procuradores, 300 cámaras de casación. Está bien. Ahora, el caso, ¿cómo se construye?

– Porque son las reformas que le importan al poder.

– Yo creo que sí, que son reformas que tienen que ver con cargos, con rotaciones de elites en los roles de gobierno. Pero, de verdad, si vamos a discutir la Justicia en serio hay que discutir desde el principio.

Críticas de María Lujan Rey al fiscal Delgado

– ¿Cambiarías algo?

– No. En absoluto. Una tragedia no se arregla con una injusticia. Mi trabajo es ser fiscal. Los fiscales tenemos que perseguir la aplicación de la ley. Y a veces aplicar la ley, por más dolor que haya, no es castigar al primero que se cruza. Lo de Once es algo horrible. En ese momento me pareció, después de escuchar a los testigos, después de ver las pruebas, después de haber visto cómo el juez Bonadio les negó a los acusados que tenían dudas hacer una prueba más porque temían que haya un cuerpo más y el juez Bonadio les dijo: “No, ustedes no pueden buscar más”.

– Ellos querían buscar con una cámara.

– Querían buscar con una cámara específica. Cuando el cuerpo es hallado, una persona que ya lamentablemente estaba fallecida, achacar la responsabilidad por eso a los policías me parecía que no se correspondía con la prueba que había resultado del juicio.

El lugar de las víctimas es horrible, y en la Argentina a las víctimas todo el mundo en general tiende a decirles que tienen razón. Y mi trabajo es horrible a veces, mi trabajo es ingrato. Yo a veces tengo que decirle a una víctima que no tiene razón desde mi humilde perspectiva.

– ¿Por qué la causa en el juicio de Once, en el primer juicio que interviniste en la instrucción, se avanzó tan rápido? En apenas cuatro años hubo condenas en el primer juicio, cuando normalmente las causas de corrupción demoran 15.

– Voy a decir una cosa horrible. Me parece que la magnitud de la tragedia hizo que el sistema en su conjunto respetase los plazos. Y la labor que hicieron las víctimas, funcionando como una especie de tábano que todo el tiempo aguijoneaba al sistema judicial, fue clave.

El retuit

– ¿Cuál de los dos retuitearías?

– Los dos tienen ahí alguna cosita ahí para pensar. Estoy más cerca de Gargarella. El uso arbitrario de la ley es tan viejo como Occidente. Me parece que el lawfare es un concepto que está sin definir. Es una cosa en la que todo ingresa. Pero sí, básicamente hay arbitrariedad y hay interferencia de los poderes manipulando las leyes.

– ¿Y pensás que el lawfare funciona solo para la persecución judicial de opositores o también para salvar “culpables”?

– No. Yo tengo mi tesis del lawfare preventivo. El lawfare preventivo es cuando armo las causas, miro para un solo lado y fabricó un inocente donde hay un culpable. Me parece que el concepto de lawfare se ha estirado. Lamentablemente, todo lo que no nos gusta es lawfare.