Nicolas Lorenzón es corredor inmobiliario, emprendedor tecnológico e influencer. De chico vendía queso rallado con su abuelo. Diseñó un manual con el nombre “Guía para hacer negocios en internet” con la que, dice, es posible hacerse rico con las redes sociales. El primero que lo logró fue él

“Darle laburo a mi viejo fue lo más lindo que me pasó”, dice Nicolás Lorenzón. Nació en Paraná, y a los 30 años disfruta de un imperio que armó desde las plataformas digitales. Pero la vida de lujos que comparte en las redes, es muy diferente a la primera etapa de su vida junto a sus padres, una profesora de educación física y un tapicero, que hoy trabajan en empresa.

“Sentite como en tu casa”, dice mientras se acomoda en una larga mesa de diseñador en un piso 26 de Puerto Madero. Cómo si fueran cuadros, los ventanales exponen el verde de la Reserva Ecológica, que se pierde entre pequeños barquitos que navegan por el Río de la plata. Y los ruidos de la marcha del viernes en Plaza de Mayo quedan silenciados por completo. Estamos en un búnker, con aroma a palo santo y cajas de celulares por todas partes. Parece un ambiente frío, pero la calidez llega de un cuadro hecho a lápiz junto a su familia: su esposa Belén y sus hijos. “Son lo más importante en la vida”, comenta mientras lo señala.

Nicolas junto a su esposa Belen, y sus hijos Noah y Nino. "Estamos juntos desde los 15 años, cuando no tenía nada me pagaba el colectivo para ir a verla, es impresionante", comenta.Nicolas junto a su esposa Belen, y sus hijos Noah y Nino. “Estamos juntos desde los 15 años, cuando no tenía nada me pagaba el colectivo para ir a verla, es impresionante”, comenta.

Pone una cámara, quiere que todo lo que diga quede grabado. Podemos sentirnos dentro de la película ´Truman Show´, pero es simplemente el día a día de cualquier influencer. “Todo lo que hago en mi vida lo subo a las redes sociales”, asegura.

Se sienta en la mesa. Luce remera italiana con logo, jeans achupinados y el mate que sostiene en su mano es de cuero hecho a mano. Sus mirada de ojos verdes reflejan una gran ambición. En su nuca esconde el tatuaje de un ojo con siete pestañas de cada lado: simboliza protección, la que necesita para continuar con tanto entusiasmo. Su postura muestra seguridad, pero sus manos rozan su nuca cada vez que se incomoda.

Además de ese, lleva otros 33 tatuajes en el cuerpo, pero el primero sin duda lo construye. Unas letras negras dibujan en su brazo la palabra “familia”, y en su mano lleva una pulsera, que pareciera ser una cadena. “Me la dio mi papá y todavía la tengo conmigo”, explica.

El empresario junto a su hermana Nina y su madre María Alejandra. "La familia es lo más importante que hay".El empresario junto a su hermana Nina y su madre María Alejandra. “La familia es lo más importante que hay”.

El sueño de emprender

“Como no teníamos nada, siempre tuve que trabajar. Cuando tenía 8 años vendía queso rallado con mi abuelo. En mi adolescencia compraba celulares rotos, los llevaba a reparar y los revendía. Tenía que ganarme la vida”, explica.

Algo que nunca cambió fue el amor de su compañera Belén, que además de ser su esposa, es la madre de sus dos hijos. “Ella es incondicional. Estamos juntos desde los 15 años, imagínate que cuando yo era chico no tenía plata para ir a verla, y ella me pagaba el colectivo”. Sin dudas es su cable a tierra.

“Me costó muchísimo conseguir todo lo que tengo. Es mucho esfuerzo, pero por sobre todo: es fe. Yo siempre creí que podía lograrlo. Belén y mi mamá me apoyaron todo el tiempo, y pude cumplir cada meta que me propuse”, afirma el influencer.

Nicolás regresando a Paraná en un vuelo privado. "Cuando algo no me gusta lo cambio", dice.Nicolás regresando a Paraná en un vuelo privado. “Cuando algo no me gusta lo cambio”, dice.

Asegura que cambió el destino de su familia cuando decidió dejar de ser pobre. Aunque no tenía ningún ejemplo a seguir, un día lo encontró en esa película: “El Secreto: La ley de la atracción”. La persona que se lo acercó fue su madre, y todavía recuerda la emoción de cuando la miraron por primera vez. “Esa es la película que me inspiró a lograr todo”, enfatiza. Relajado entre sorbos de mate, remarca: “Si hace 10 años me preguntabas que iba a pasar en mi vida te diría que siempre me imaginé así, porque lo visualice todos los días”.

Podríamos creer que fue una revelación, y que quizás llego a él para mostrarle que podía cambiar su relación con el dinero. Agrupó cada uno de sus sueños en una lista, pegados al libro que marcó su vida. “Me enseñó a soñar, y literalmente puse lo que quería con las fechas límites. Conseguí todo”, explica.

La magia lo excita. “Tenía un objetivo claro que era dejar de ser pobre. Nunca escuche a todos los odiadores que me decían que no iba a lograrlo y me enfoqué en mi negocio”, recuerda. “Siempre sentí que la tierra va a ser un negocio, así que empecé con eso y me puse a estudiar para ser corredor inmobiliario”, asegura.

La excéntrica vida que el influencer comparte en sus redes sociales. Sus últimas vacaciones familiares las paso junto a su esposa Belén, y sus hijos Noah y Nina, en Ibiza. "Siempre quise viajar, por eso sueño con vivir tres meses en la playa", comenta.La excéntrica vida que el influencer comparte en sus redes sociales. Sus últimas vacaciones familiares las paso junto a su esposa Belén, y sus hijos Noah y Nina, en Ibiza. “Siempre quise viajar, por eso sueño con vivir tres meses en la playa”, comenta.

“Cuando me recibí, armé mi propia inmobiliaria y le dije a mi mamá que venga a trabajar conmigo. Hice una lista de todas las propiedades que aparecían en la publicación y me puse a vender. Ahí agrupé todo, al año ya tenía mi primer millón de pesos en comisiones”, explica. Pero un día, entendió que no se trataba de vender, sino de construir. “Conocí a Pablo Gareis, quién se volvió mi socio. Armamos una constructora, porque me dijo que tenía que ofrecer el producto completo. Es decir, hacer todo desde cero”, cuenta.

Con el tiempo tuvo un corralón. “Estaba con él, compramos dos máquinas en la autopista y con eso empezamos a construir, la idea era hacer urbanizaciones. Y lo logramos, hicimos más 250 hectáreas”. Según él Pablo es uno de sus grandes maestros, y quién lo animó a seguir creciendo.

Ser influencer

Pero todo eso que aprendió -entre ladrillos, tierra, y adoquines- lo plasmó en otro negocio: las redes sociales y la tecnología. “Era el fanático número uno de Goofy González. Sus videos me encantan, y me podía pasar horas riéndome de lo que hacía”, dice mientras pasa de la mesa al sillón. “Le insistí hasta que lo pude conocer, le dije que quería ser influencer y me ayudó con todo”, cuenta.

Ese chico que a los 22 años cambió su destino y el de su familia, tuvo una fuerte revelación: las redes sociales serían un negocio millonario. Pero Nicolás, a diferencia del cantante, entendió algo: “Las redes sociales son efímeras, hay que hacer negocios con ellas mientras duren, pero no van a ser eternas”, asegura.

Desde ahí convirtió sus redes sociales en una empresa. Incluso su cuenta personal cuenta con un equipo de producción que lo acompañan todo el día. “Esto es un trabajo”, asegura.

“Entre todos mis negocios le doy trabajo a 100 familias. Y todo está basado en soñar y animarse a emprender, estamos todo el día pensando en nuevos proyectos. Ahora estoy creando dos aplicaciones”, afirma. Mientras. realiza una transición de las redes sociales a la tecnología con el desarrollo a medida de una aplicación para celulares, una especie de chat de compra-venta de usuarios, con interacción .

La vida que el influencer comparte en sus redes sociales. "Tarde más de 10 años para conseguir la vida que tengo", comenta.La vida que el influencer comparte en sus redes sociales. “Tarde más de 10 años para conseguir la vida que tengo”, comenta.

Pero, como su tatuaje, el negocio siempre fue en familia. Primero fue su madre la que se animó a crear junto a él la inmobiliaria, luego fue en busca de su progenitor. “Le dije a mi papá que venga a trabajar conmigo, él estaba en una tapicería y tenía miedo de dejar su laburo. Le dije que como mínimo le iba a pagar lo mismo, pero que si nos juntamos nos iba a ir muy bien. Así fue: se animó a dejar su trabajo para venirse conmigo”, cuenta el influencer. Que al igual que la pulsera que le regaló, rompió la cadena que lo ataba.

Inquieto, no puede parar. Toma su teléfono y se pone a invertir en un sitio de criptomonedas durante la entrevista. “Ayer pase 12 horas en el teléfono, y hay días que llegué a 16″, dice mientras enseña la pantalla de su iPhone.

La visión estratégica: ayudar a los demás

Comenzó como influencer, compartiendo videos graciosos al estilo de Goofy Gonzales. Pero con un fin más grande: ayudar a otros. Realizó una encuesta sobre quienes estarían interesados en comprar su guía online y se sorprendió con el resultado. “Cuando cambié mi cabeza y me puse a emprender me di cuenta que si podía llegar a vender 20 mil copias de mi guía a 1700 pesos, mi vida cambiaría por completo”, explica. Hizo la prueba y lo logró, desde ahí notó que lo que tiene entre las manos es más bien una máquina impulsora del cambio.

Inconformista, quería dar algo más que solo su guía, y comenzó a realizar sorteos: un iPhone sería el acompañante ideal de alguna de las personas que compre su manual. Asegura que vio cómo los números se triplicaron y que podía superar cualquier expectativa. “Entendí el poder que tienen las redes sociales”, afirma. Como resultado: puso un precio muy bajo a las guías, que ronda los 300 pesos y realizó más de 500.000 ventas.

Nicolas Lorenzon es su departamento del piso 26 en Puerto Madero. "Hice de las redes sociales un negocio, y se que mi misión en la vida es hacer feliz a los demás", dice el empresario.Nicolas Lorenzon es su departamento del piso 26 en Puerto Madero. “Hice de las redes sociales un negocio, y se que mi misión en la vida es hacer feliz a los demás”, dice el empresario.

Pero eso no es todo: ayudar a otros es el mayor logro. “Con los sorteos que acompañan la venta de la guía pudimos comprar dos bombas de insulina. En menos de 24 horas le pagamos una operación de corazón a un joven, y unos implantes que necesitaba”, dice con una mirada fija a los ojos. “Es impresionante, podemos usar esta herramienta para salvar vidas”, asegura.

“Siempre me gustó Santiago Maratea, me lo crucé muchas veces, y pienso que si él hiciera un sorteo podría ayudar a muchísima más gente”, explica el influencer. “Es algo muy fácil de replicar, cualquier persona puede tener 10.000 seguidores en un día, yo siempre lo explico, son solo estrategias que funcionan”, comenta. Entra en detalle: “Debería acompañar las colectas con un objeto, eso hace que más gente quiera participar y sin duda podría duplicar los fondos que consigue”.

“Con un celular tenemos más poder de lo que nos damos cuenta”, repite mientras prepara su valija. Así, entre mudas de ropa de lujo, termina la conversación: “hay que soñar, sin tener miedo al éxito”. Se pone su moncler roja, y se va al aeropuerto, donde un vuelo privado lo llevará de regreso a Paraná. Mientras se mira en un espejo del ascensor, se despide: “Estamos listos para cambiar el mundo”.