Largas jornadas laborales y muchas responsabilidades traen aparejadas presiones, estrés, entre otras consecuencias. La falta de tiempo para que la persona se tome un descanso y duerma las horas recomendadas es más que habitual en la sociedad moderna. Y ahora, un estudio descubrió que la falta de sueño se relaciona directamente con el carácter de la persona.
“Dormir mal es sinónimo de tener un mal día, ya que afecta directamente en el ánimo, y el problema es que cuando las personas crónicamente duermen poco no se dan cuenta de que tienen dificultades del ánimo“, describió el médico neurólogo Claudio Waisburg en diálogo Infobae.
Descansar correctamente se volvió una tarea muy compleja en la actualidad. Son pocas las personas que realmente lo consiguen, y uno de los problemas que acarrea el hecho de dormir poco es que las personas, según un reciente estudio, se vuelven más antisociales.
Y es que dormir poco siempre fue asociado a una serie de efectos negativos tanto para la salud física como mental, pero, además, una investigación publicada en la revista científica Nature Comunications asegura que la falta de sueño contribuye a la soledad y que podría ser contagiosa.
Los investigadores observaron que cuando las personas no descansan, se sienten más solitarias y se inclinan por mantener una mayor distancia física de los demás en comparación a cuando están con las horas de sueño regular y bien descansados.
Una de las primeras conclusiones del estudio es que cuanto menos duerme un individuo, más disminuyen las ganas de comunicarse e interactuar. A su vez, las personas perciben al otro como una persona repulsiva, y esto aumenta aún más el efecto social del mal sueño.
La constante sensación de soledad asociada a dormir poco también puede ser contagiosa. El estudio reveló que las personas que sí habían descansado también pasaron a sentirse más solitarias cuando se encontraban con una persona privada de sueño. Este efecto fue denominado como contagio viral de aislamiento social.
Cómo se llevó a cabo el estudio
Para los estudios de laboratorio, fueron evaluados 18 adultos jóvenes sanos después de haber tenido una noche de sueño normal y otra vez luego de haber sido privados de sueño durante toda una noche.
En una primera instancia, los participantes realizaron una tarea de distancia social, en la que una persona caminó hacia ellos y los participantes le dijeron al caminante que se detuviera cuando se acercaba demasiado.
En otra instancia realizaron una tarea similar mientras sus cerebros estaban siendo escaneados y viendo un video de una persona caminando hacia ellos. Durante ambas actividades las personas observadas mantuvieron a los caminantes a una mayor distancia social cuando estaban privadas de sueño, en comparación a cuando habían descansado bien.
Por otra parte, se buscó descubrir cómo otras personas veían a los que no dormían lo suficiente. Alrededor de mil personas vieron videos de los participantes del laboratorio que fueron entrevistados cuando estaban privados de sueño y, posteriormente, bien descansados.
Los espectadores calificaron a los estudiados como más solitarios y menos atractivos para interactuar cuando estaban mal dormidos. Además, aseguraron sentirse solos después de ver una entrevista con una persona privada de sueño.
“Dormir poco tiene múltiples factores y consecuencias. Impacta directamente en el rendimiento diario: el que no durmió bien por la noche se vuelve lento, distraído, irritable y con severas grietas en la felicidad empírica. El acto de dormir demanda la tercera parte de la vida de una persona; por lo tanto, todo lo que lo perturbe o disminuya su calidad estará afectando la salud”, concluyó Waisburg.