Uno de los síntomas característicos reportados durante las primeras olas de la COVID-19 fue un cambio en la percepción de los olores conocido como parosmia. En algunos casos, las personas infectadas con Sars-Cov-2 informaron, por ejemplo, que a menudo olían a gasolina en lugar de a café cuando ingerían esta bebida.
Aunque este efecto suele ser común en las infecciones respiratorias virales, como explicó a National Geographic el infectólogo brasileño Max Igor Lopes, en el caso de la COVID-19 fue diferente. “La frecuencia con la que aparecía este síntoma no tenía precedentes en comparación con otras enfermedades”, agregó a este medio el coordinador de la Consulta Externa de Enfermedades Infecciosas del Hospital de las Clínicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (USP).
El síntoma, que puede durar meses, es también uno de los más relacionados con el síndrome de post COVID-19 o COVID-19 de larga duración, reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como enfermedad en octubre de 2021. Esta patología puede aparecer tres meses después del inicio de la infección, con síntomas que duran al menos dos meses y que no pueden ser explicados por un diagnóstico alternativo, según ratifica la organización.
La parosmia entra en ese listado de síntomas llamativos, con múltiples repercusiones en la vida de las personas. National Geographic dialogó con expertos que describieron cómo el virus que causa la COVID-19 afecta al sentido del olfato.
¿Qué es la parosmia?
A diferencia de la anosmia, que es la pérdida total del olfato, la parosmia es una distorsión del sentido. “La persona puede percibir olores de cosas familiares, pero los malinterpreta”, explicó Lopes.
Esta alteración hace que, por ejemplo, olores que antes eran normales o agradables se perciban como desagradables o incluso insoportables. “Cuando una persona se expone al olor del café, por ejemplo, su cerebro lo percibe como basura o gasolina”, aclaró la otorrinolaringóloga Viviane Macedo, profesora de Medicina en el área de Enfermedades Infecciosas y Parasitarias de la Universidad Positivo, de Curitiba, Brasil.
De acuerdo a la información de la especialista, cuando esta consecuencia se relaciona con la COVID, suele aparecer en la fase inicial de regeneración de las neuronas afectadas por la infección. “Es común que la persona note que el sentido del olfato está alterado unos tres meses después de haber contraído coronavirus”, ahondó.
Las células nerviosas tienen lo que los expertos llaman plasticidad neuronal, que es la capacidad de regenerarse y “volver a aprender”.
¿La COVID-19 genera cambios en el olfato?
Aún no se sabe exactamente cómo afecta la COVID-19 al sentido del olfato, sin embargo, “se cree que Sars-Cov-2 puede atacar a las células de soporte del epitelio olfativo (tejido celular situado en la nariz)”, argumentó Lopes.
En otras palabras, es probable que el virus afecte a las células de las fosas nasales que ayudan a transmitir las moléculas de olor al cerebro. “Las células olfativas son células nerviosas, es decir, son una neurona. Cuando se produce una infección por el virus, éste acaba destruyendo esta neurona, lo que interrumpe la comunicación entre la nariz y el cerebro”, sostuvo el infectólogo brasileño.
Por su parte, la otorrinolaringóloga Stella Maris Cuevas, especialista en olfatología y ex presidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (Argentina), reconoció tres hipótesis principales sobre cómo se produce el trastorno:
1. El coronavirus provoca la muerte de las células transmisoras de la nariz, lo que hace que la persona no pueda percibir los olores.
2. El virus solo daña estas células y provoca una inflamación que interrumpe la comunicación entre ellas y los receptores cerebrales capaces de decodificar los olores.
3. El virus no afecta a la neurona en sí, sino a una célula “mensajera” encargada de convertir los estímulos (olores) en células nerviosas. Tal como ahonda Cuevas, el virus provocaría una inflamación en estas células, llamadas sustentaculares, lo que generaría un proceso inflamatorio en cadena en las demás células del epitelio olfativo y desencadenaría la pérdida del olfato.
¿Cuánto dura la parosmia?
La experta argentina informó que el síntoma de la COVID larga puede durar desde unas semanas hasta muchos meses, y expresó: “Hay casos documentados de pacientes con parosmia durante más de un año después de la infección”.
De acuerdo con Macedo, la larga duración del trastorno podría estar relacionada con la velocidad de regeneración de las células sensoriales: “En la parosmia, hay que rehacer los caminos que los estímulos olorosos hacen entre las neuronas hasta el cerebro. Y este proceso puede llevar mucho tiempo”.
Además, la especialista también explicó que la plasticidad neurológica de cada persona afecta al tiempo de recuperación. En resumen, el tiempo de regeneración de las neuronas puede variar de una persona a otra debido a una serie de factores. Uno de ellos es la edad: cuanto más joven, más rápido se rehace el contacto entre la nariz y el cerebro.
“El olfato es uno de nuestros sentidos más primitivos, y es uno de los primeros en afectarse cuando se produce cualquier problema neurológico”
Qué otras enfermedades pueden tener a la parosmia como síntoma
El Sars-Cov-2 no es el único responsable de las alteraciones del sentido del olfato. Según Lopes, otras infecciones respiratorias pueden presentar parosmia como síntoma: “Es habitual en enfermedades como la sinusitis bacteriana o los resfriados. Pero también puede estar relacionado con un traumatismo en la zona nasal y con problemas neurológicos”.
Dado que afecta a las neuronas, la parosmia también se observa en casos de tumores cerebrales, enfermedades como el Parkinson, el Alzheimer y otras demencias (enfermedades que provocan un deterioro lento y progresivo de la función mental).
“El olfato es uno de nuestros sentidos más primitivos, y es uno de los primeros en afectarse cuando se produce cualquier problema neurológico”, añadió Macedo.
En el caso de la COVID-19, Lopes sostuvo que, aparentemente, la parosmia es menos frecuente en algunas variantes que en otras, como ómicron. “Observamos menos informes del trastorno en 2022, cuando la variante predominante era ómicron”.
Sin embargo, el infectólogo también señaló que el aumento de la cobertura de la vacunación contra el Sars-Cov-2 disminuyó los casos de parosmia en pacientes con COVID, “ya que la inmunidad adquirida parece reducir el tiempo de persistencia viral y la probabilidad de complicaciones”.
Parosmia: ¿Cómo tratar un sentido del olfato alterado?
Los expertos consultados por National Geographic coincidieron en que el tratamiento varía según la causa, pero cuando se trata de la COVID-19 el mejor tratamiento es el entrenamiento olfativo.
Tal como indicó Cuevas, este entrenamiento es como volver a enseñar al cerebro los olores: “La terapia consiste en separar unos aromas, cuatro normalmente, que el paciente olerá durante unos minutos al día. Esto estimulará la “reapertura” de las conexiones correctas en el cerebro”.
Entre las fragancias utilizadas habitualmente para la terapia, el médico mencionó el café, el limón, el alcohol y el perfume. “El té verde, las semillas de chía, las semillas de girasol o las hojas de eneldo también se suelen utilizar porque tienen un olor llamativo y son antioxidantes”.