Javier Milei fue el candidato más votado en las primarias realizadas en Argentina el pasado 13 de agosto. Tras su sorpresivo triunfo en los comicios, el candidato de la Libertad Avanza salió de gira por los medios a explicar parte de sus propuestas.
Una de los puntos clave de su plataforma se basa en la dolarización de la economía. Su idea, según lo explica en las entrevistas que dio tras las PASO, es que en un etapa de transición los argentinos dejemos de usar pesos. Así todas las transacciones de la economía se harían con el billete estadounidense tras una etapa de transición.
En ese sentido, Milei dio como ejemplos los casos de El Salvador y Ecuador que dolarizaron la economía.
En tanto, desde Estados Unidos llegaron las primeras críticas a la idea de Milei. Por un lado, Robin Brooks, el economista jefe del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, según su sigla en inglés, que agrupa a los bancos internacionales), sostuvo que se trata de una “idea terrible”.
“La última vez que se intentó esto terminó en una gran devaluación que lo descarta para siempre como un objetivo de política. El peso está, incluso con la devaluación reciente, muy sustancialmente sobrevaluado, solo mire su nivel frente a Brasil y Turquía”, indicó el economista jefe del IIF.
Poco antes, el analista del IIF para América latina, Martín Castellano, sostuvo que “la devaluación del peso argentino en el mercado oficial no ha reducido la diferencia con la cotización paralela. Incluso en un período de transición, se necesitan medidas articuladas y consistentes para contener el traspaso de la inflación y mejorar las cuentas externas. De lo contrario, la presión del tipo de cambio seguirá siendo alta”, sostuvo.
Vivir en dólares
María José Molina es sanjuanina y desde hace 7 años vive en La Libertad, una localidad que queda a 45 minutos de la capital de El Salvador. Llegó hasta Centroamérica no escapando de las crisis cíclicas argentinas. Lo hizo por amor.
Molina vivía en San Juan y un día le puso like en Facebook a una foto de El Salvador que le había gustado. Era el año 2013. Ese pequeño gesto hizo que su vida cambié para siempre. Si fuera una comedia romántica, la sonrisa de María José estaría en un primer plano cuando su futura pareja Noé Noel Mendoza le escribe por primera vez un mensaje privado por la red social.
Empezaron a chatear, a conocerse y Mendoza le dice que quiere ser su novio. Ella acepta y casi sin darse cuenta empiezan una relación a distancia a través de videoconferencias.
Los chats iban y venían, hasta que un día Noé Noel la invita a vivir con él a El Salvador. María José, algo nerviosa, acepta. Y aquí arranca esta relación que ya lleva 7 años afincados en la pequeña localidad de La Libertad, a 45 minutos de la capital salvadoreña.
Allí apenas llegada la sorprendió que todo se pagaba en dólares billete. “Desde que bajé del avión, el taxi me sorprendió que ya mi pareja sacó la billetera con dólares para pagar –recuerda la mujer en diálogo con Infobae desde su casa en centroamérica-. Él se sorprendía mucho del interés de los argentinos por el billete verde. Se reía de eso”.
El gobierno salvadoreño de Francisco Flores se sumó en enero del 2001 al pelotón dolarizador, luego de obtener una curiosa bendición del entonces secretario del Tesoro de EEUU, Larry Summers. “Yo creía que El Salvador era una república bananera más como otras naciones de Centroamérica; después me puse a estudiar los informes económicos sobre el estado de la economía de su país y ahora puedo advertirles que, si me lo piden, tienen todo mi apoyo para que se dolaricen”, afirmó sin ruborizarse el funcionario de la administración Clinton.
Viajar por amor
Apenas llegada a El Salvador, María José se casó con Mendoza y arrancó su emprendimiento. Empezó vendiendo alfajores de maicena y los clásicos de dulce de leche al estilo marplatense. También, se hizo famosa en la localidad por sus empanadas sanjuaninas. “Los sabores argentinos tuvieron amplia aceptación en El Salvador”, se enorgullece la migrante.
Con el tiempo, el negocio llamado Valentina la Argentina incorporó mates, bombillas y la preciada yerba para la infusión que tanto extrañan los argentinos que están lejos del país.
María José que en su nueva patria vive tranquila. “Este último año hubo un poco de inflación por la salida de la pandemia, pero igual no se compara con el cambio de precios de Argentina”, explica Molina.
En El Salvador se puede vivir con un sueldo de unos 700 dólares mensuales. El alquiler de una casa “no muy grande”, describe María José, puede estar unos 150 dólares. Y un sueldo básico, de un repartidor que trabaja en las aplicaciones ronda los 400 dólares.
En su negocio la yerba está 15 dólares el kilo y unos 18 dólares la docena de empanadas sanjuaninas. “El costo de la carne y las verduras acá es muy alto. Tanto es así que, por ejemplo, te venden las cebollas por unidad. Vale unos 35 centavos cada unidad. Y la carne molida para el relleno está muy cara porque no hay mucha tradición de producción vacuna acá”, cuenta María José.
Jugador y parrillero
Mario Velázquez jugaba al fútbol y tenía el sueño como muchos argentinos de llegar a Primera División. Tras pasar todas las inferiores en Defensa y Justicia en el momento de llegar a la categoría mayor, no tuvo esa oportunidad. Pasó un corto tiempo en Colón de Santa Fe y enseguida emigró al fútbol de América Central.
Pasó por Honduras y luego directamente a El Salvador. Allí jugó un tiempo en equipos locales, se enamoró, se casó con una chica local. Finalmente se afincó allí. Tuvo hijos y ya tiene nietos.
Velázquez con su familia se radicó en Santiago de María una localidad turística de El Salvador que tiene montañas y mar. “Esto atrae a turistas de Estados Unidos y Europa”, explica Mario en diálogo telefónico con Infobae.
Velázquez cobraba en colones a fines de la década del 90 en el club en el que todavía jugaba en El Salvador. “En ese momento muchas familias salvadoreñas vivían de la plata que le enviaban sus hijos que trabajaban en Estados Unidos”, recuerda Mario.
En 2001 se decidió la dolarización y la devaluación fue tan grande que esas remesas dejaron de llegar porque ya no alcanzaban la cantidad de dólares para pagar los gastos de los salvadoreños.
“Un tiempo después las cosas se tranquilizaron y la inflación empezó a bajar. Igual, los sueldos son bajos y todos llegamos justo a fin de mes”, sostiene Velázquez.
Una vez retirado del fútbol, Mario abrió su propio emprendimiento gastronómico en su ciudad para aprovechar las visitas de los turistas. Allí ofrece parte de su marca de origen: carnes asadas. “Es muy difícil encontrar buen producto acá y eso encarece su valor. Pero tratamos de buscar los mejores para poder poner en la parrilla y entregar platos dignos”, cuenta, mientras recuerda los asados de joven junto a sus compañeros de equipo.
Velázquez cuenta que vive de manera sencilla. Que en El Salvador gasta poco en ropa: “Es casi todo el año verano. Sólo una temporada de lluvia y otra de sequía”, relata. Además, dice que “los precios son previsibles. Los sueldos son muy bajos, apenas alcanzan, pero no existe la variación de precio que sufre Argentina”.
El país de Bukele
El país gobernado hoy por por Nayib Bukele tuvo una inflación del 6,1% en 2021 y del 7,3% en 2022, frente al 2,4% registrado en el año 2000. El PBI cayó 8,2% en 2020, pandemia de coronavirus mediante, y creció 10,3% en 2021 y 2,6% en 2022. En cuanto a sus indicadores sociales, la pobreza medida por el Banco Mundial pasó del 50 al 30 por ciento entre 2010 y 2020 y la tasa de desempleo del 7 al 6,3 por ciento.
María José cuenta sus impresiones en el momento de aterrizar en El Salvador para encontrarse con su amor virtual. “Me dio mucho miedo porque vi muchos militares con armas largas en las rutas y retenes en los que pedían los documentos todo el tiempo”, recuerda la mujer de lo que vivió en 2017 cuando dejó Argentina.
En ese momento no podíamos pedir una pizza a la noche. El delivery después de las 21 horas no salía a trabajar por miedo a los robos. “Todo eso cambió desde la llegada de Bukele al Gobierno. Se vive más tranquilo”.
Por su parte, Velázquez también cuenta su experiencia con la inseguridad. Muchos comerciantes le contaron que se les acercaba un chico de unos 12 años con un celular y se lo daba al dueño del negocio. Entonces, una voz le pedía una “contribución de seguridad” para evitar problemas en el local. “A mi nunca me pasó porque yo conocía a todos los chicos del equipo de fútbol del pueblo. No se atrevían a aparecer por el restaurante, sabiendo que después nos íbamos a ver en la cancha. Yo como entrenador y ellos como jugadores del equipo”, dice Mario.
Velázquez coincide con María José que los cambios se dieron con la llegada al poder de Bukele. Por ejemplo, resalta que una casa que se vendía en unos 20.000 dólares por efecto de la inseguridad, duplicó su valor estos últimos años. “Son unos 70 mil detenidos. Por un lado trajeron paz en las calles, pero también hay muchos inocentes presos. Y eso me parece una barbaridad”.