Octubre del 2015. A pesar de que sus equipos habían participado de las reuniones preparatorias y hasta firmado el compromiso de participar, Daniel Scioli, por entonces candidato presidencial del kirchnerismo y primero en las encuestas del momento, definió ausentarse a último momento para achicar el margen de error en el tramo final de la campaña. Sergio Massa, que se postulaba por el frente UNA junto a José Manuel de la Sota, trató de aprovecharse de la ausencia: “Scioli nos faltó el respeto a todos no viniendo, pido que los segundos que me quedan sea de silencio”, sorprendió el jefe del Frente Renovador en su tiempo extra en el bloque sobre Seguridad dispuesto por la organización.
Fue recién en el balotaje de noviembre, con Massa ya derrotado en octubre, cuando Scioli aceptó debatir mano a mano con Mauricio Macri. No hubo grandes ventajas, pero en un tramo de la discusión el ex presidente dejaría una pregunta en el aire que después tendría repercusión pública –”Daniel, ¿en qué te han transformado? Parecés un panelista de ‘6,7,8′”, preguntó-, y el beso del final con su mujer, cuando el moderador dio por terminado el debate, sería furor en las redes sociales en los minutos, horas y días siguientes: hasta el propio ex gobernador bonaerense se sorprendió con el saludo apasionado de Juliana Awada al candidato del PRO mientras los fotógrafos captaban el momento y Scioli miraba la escena, solo, a la espera de Karina Rabolini, arriba del escenario.
Fue el último debate optativo antes de que los legisladores aprobaran, en noviembre del 2016, la ley 27.337 de “debate presidencial obligatorio”. En el 2019, Macri y Alberto Fernández se trenzaron en una álgida discusión en la facultad de Derecho de la UBA y en la Universidad del Litoral, mano a mano, en presencia de Nicolás del Caño, Roberto Lavagna, Juan José Gómez Centurión y José Luis Espert. Tampoco hubo esa vez un vencedor claro, pero Lavagna logró que sus colaboradores se tomaran la cabeza detrás del escenario mientras lanzaba su propuesta de seguridad: tuvo un lapsus de siete segundos en los que se quedó en silencio. Fue objeto de todo tipo de burlas en las redes sociales.
Patricia Bullrich ya había tratado de dar su propio golpe de efecto en el 2003, en los estudios de “A dos voces”, en TN, nada menos que frente a Macri, al que eligió de rival mientras Aníbal Ibarra presenciaba despreocupado desde su atril en la carrera por la Jefatura de Gobierno porteño: con carteles preparados para la ocasión, la ex ministra de Seguridad le reprochó al entonces ex presidente de Boca los negocios familiares, por ejemplo, las concesiones de las autopistas y otras supuestas irregularidades del grupo SOCMA de aquellos años.
Ahora, a cuatro semanas del primero de los dos debates presidenciales organizados por la Cámara Nacional Electoral -tendrán lugar el 1 y el 8 de octubre próximos en CABA y en la capital de Santiago del Estero-, la candidata de Juntos por el Cambio y el ministro de Economía y candidato de Unión por la Patria se preparan con sus equipos para las dos puestas en escena con, a priori, un mismo objetivo en común: exponer a Javier Milei, el fenómeno libertario que dio el batacazo de las PASO y que en los campamentos del oficialismo y la oposición buscan confrontar para tratar de llegar al balotaje.
“Lo importante no es ganar, lo importante es no perder”, explicaron este lunes desde el búnker de campaña de uno de los dos postulantes tras la reunión que colaboradores y apoderados de todos los candidatos presidenciales mantuvieron al mediodía en la CNE para pulir detalles y discutir el formato. Habrá, según trascendió, algún tipo de participación del público y “derecho a réplica” entre los dirigentes, una opción que no existió en los debates anteriores.
Desde el equipo de campaña de Bullrich confiaron a Infobae que la ex ministra ya cuenta con una veintena de colaboradores listos para la preparación de los debates. Entre ellos, el consultor Guillermo Raffo y el escritor Santiago Kovadloff. Los estrategas de la candidata incluso ya reservaron un estudio y contrataron actores para ensayar la puesta en escena. En el 2019, Macri practicaba en Olivos, pero no con profesionales, si no con asesores –Marcos Peña, Jorge Grecco, Fernando de Andreis, Jaime Durán Barba, Hernán Iglesias Illa y Santiago Nieto, entre otros- que, en algunos casos, interpretaban al resto de los postulantes.
En el búnker de Juntos por el Cambio aseguran que están en carrera, que el análisis de la batería de focus groups encargados en las últimas semanas para investigar a los votantes de Milei, a los de Horacio Rodríguez Larreta y los que no fueron a votar en las PASO arrojó “varios motivos” para ser optimistas y que al candidato libertario no hay que atacarlo, si no “desnudarlo” con sus propuestas. Es parte de los consejos de Raffo, que siguió durante años el fenómeno de Jair Bolsonaro en Brasil y que estudió sus debates presidenciales, del 2018 y del 2022, frente a Fernando Haddad primero y Lula da Silva después. Y de la especialista Esther Solano, cuya mirada sobre el proceso del ex presidente brasilero fue furor en estas semanas en ambos campamentos, el opositor y el oficialista.
“Podemos convencer a un 20% de los votantes de Milei”, se esperanzaban ayer por la tarde desde el equipo de Bullrich que, además de Carlos Melconián -la estrella del círculo rojo que llegó a la campaña de JxC para suplir las falencias económicas de la ex presidenta del PRO-, presentó este lunes a otros referentes mediáticos y futuros funcionarios. Los mismos focus concluyeron, en tanto, que la imagen de Macri quedó dañada en todos los votantes. Es lo que, al menos, trascendió desde el entorno de la ex ministra. No habrá, en ese sentido, demasiada participación del ex presidente en la campaña de su ex funcionaria.
En el caso de Massa, el ministro reparte su tiempo entre la economía y la campaña, y sus asesores confiaron a este medio que recién tienen previsto que el candidato ensaye en profundidad en las próximas semanas, aunque sus equipos ya empezaron a juntar información, coordinada por el catalán Antoni Gutiérrez-Rubi.
Massa ya había tenido su primera experiencia de debate en el 2015, por fuera de las horas y horas acumuladas en estudios de televisión. En ese entonces, sus consultores de cabecera eran el peruano Sergio Bendixen, ya fallecido, y el español Antonio Sola. Lo aconsejaba, además, De la Sota.
“Parte de eso son las propuestas que ya empezamos a anunciar”, explicaron en el búnker de UP de la calle Bartolomé Mitre, a la vuelta de la AFI y la Casa Rosada, plagado de asesores massistas y en el que ya está instalado desde hace semanas Malena Galmarini, en el quinto piso. En estos días es el turno del foco en la seguridad.
En el oficialismo también buscan exponer al economista de La Libertad Avanza, polarizar con él y dejar de lado a Bullrich: están convencidos de que con esa hoja de ruta pueden llegar a la segunda vuelta.
“Queremos traer sus propuestas al presente: que debatamos lo que sería su eventual presidencia”, abundaron. Parte de esa estrategia ya se vio estos últimos días, en los cruces por las redes sociales entre ambos postulantes, relacionados a los anuncios del libertario vinculados a la posible venta de órganos, la dolarización o el impulso a la eventual libre portación de armas.
En paralelo, Massa trata de lidiar con la economía y con el desorden interno: anoche, fue el protagonista de la cena de recaudación en Parque Norte organizada por Juan Manuel Olmos, y este este viernes tiene en agenda una cumbre en Tucumán con los gobernadores del PJ que en las primarias se desentendieron de la campaña. El ministro de Economía aspira a que, en octubre, no suceda lo mismo. Es un trabajo tan arduo como el de bajar a Milei.