Nació en 1894 en Carlos Pellegrini, provincia de Santa Fe. Sus últimos años los pasó escondido en Colonia San Pedro del Atuel, de General Alvear. Allí murió y, como muchos eventos de su vida, las circunstancias de su fallecimiento tienen más de una versión.
Juan Bautista Bairoletto, uno de los bandidos más renombrados de la historia argentina, fue un salteador de caminos y cuatrero que ganó fama por sus proezas, por burlar a las fuerzas de seguridad y, según se dice, en ocasiones, repartir el botín que obtenía. Esto le hizo ganar el apodo de “Robin Hood de las Pampas”.
Hijo de inmigrantes italianos, sus padres se trasladaron a la localidad de Eduardo Castex, La Pampa. Su infancia fue dura: su madre falleció y él tuvo todo tipo de trabajos. Fue autor de robos, asaltos y asesinatos. La leyenda dice que la gente lo ayudaba en sus huidas, le brindaba alimento y le ofrecía refugio cuando la policía estaba cerca, lo que el bandolero recompensaba con dinero.
Bairoletto solía frecuentar salas de juego y prostíbulos. En uno de estos sitios conoció a Dora Pérez, una mujer por la que se enfrentó con el policía Elías Farache. En una disputa, asesinó a balazos al comisario y fue apresado. Terminó escapando y juró nunca volver a ser atrapado.
A partir de entonces, su reputación solamente creció. En el imaginario popular, su figura se convirtió en la de una especie de forajido fantasmal. Se le adjudicaron hazañas delictivas difíciles de creer, en puntos muy distantes, y así se transformó en un mito. Pasados sus 30 años, era buscado incansablemente en La Pampa, Río Negro y Mendoza.
Tuvo una incursión en el norte del país, donde cabalgó junto al bandolero Mate Cosido, otro personaje muy popular de aquella época, pero originario de Tucumán. Allí asaltó junto a su banda por un tiempo.
Terminó asentándose en General Alvear bajo el nombre de Francisco Bravo. Hace 77 años, el 14 de septiembre de 1941, un viejo compañero de andanzas negoció su libertad. Delató su ubicación y, según la versión oficial, una partida policial lo encontró y lo remató. Claro que aquí las versiones son dos, ya que su familia sostiene que lo vio suicidarse, pero su muerte no hizo más que terminar de encender el mito.
Legado
Muchas obras se inspiraron en Bairoletto; entre ellas, el ensayo compuesto por su nieto, Fabio Erreguerena. El cine lo honró con una película dirigida por Atilio Polverini y protagonizada por Arturo Bonín en 1985. Una milonga lleva el nombre de “San Bautista Bairoletto”, cuyos primeros versos dicen: “Amparaba al que debía / al pobre, al necesitao / al que era castigao / y a aquel que nada tenía. / ¡San Bautista Bairoletto, / la pampa te ha de vengar!”. León Gieco lo homenajeó en su disco Bandidos rurales.