En el oficialismo se respira otro aire desde hace dos semanas, cuando Sergio Massa recibió el apoyo masivo de los gobernadores del PJ y logró que el peronismo se muestre activo y encolumnado. El sábado 9 de septiembre, en Tucumán, hubo un punto de inflexión en la campaña. De ahí en adelante el ministro de Economía impuso la agenda, lanzó una batería de medidas para amortiguar el impacto de la inflación y se puso al frente del proceso electoral.
El último hito en la historia de la campaña fue la media sanción que logró el proyecto de ley que modifica el alcance del impuesto a las Ganancias. En el búnker de Unión por la Patria (UP) celebraron haber obtenido el respaldo de un sector de la oposición y empezar a darle un marco legislativo a la medida que anunció Massa la semana pasada y que beneficia a cerca de 700.000 trabajadores.
La oposición criticó duramente la medida, aseguró que tendrá un costo alto y aseguró que tuvo un sentido meramente electoralista. Frente a esa avanzada de cuestionamientos en el oficialismo aseguran que hubo – y seguirá habiendo – medidas para todos los sectores, y que la discusión de fondo es que el “salario no es ganancia”, la frase simbólica que ha representado el reclamo de un sector de los trabajadores formales a lo largo de los últimos años.
Lo cierto es que con esa medida y los anuncios diarios, en el entorno de Massa consideran que el candidato presidencial logró desplazar a Javier Milei del eje central de la agenda política. Hasta el encuentro político en Tucumán, el arco político se había movido en referencia a lo que el libertario había planteado en los días posteriores a las PASO.
Esa dinámica se modificó por la decisión de Massa de imprimirle mayor vértigo a la campaña y la recomendación de los asesores de Milei para que reduzca sus apariciones mediáticas. Menos ruido, más rédito. Hay que saber cuándo y cómo golpear, dicen en las oficinas libertarias.
“Sergio metió un gol. Fue una medida importante y expuso la división que hay en Juntos por el Cambio”, graficó un funcionario nacional de la órbita massista. Ese fraccionamiento que detalla tiene que ver con la decisión de un sector del radicalismo de dar quórum en la Cámara baja para que la ley sea tratada. No la apoyaron con los votos, pero validaron su tratamiento, lo que trajo ciertos resquemores en la coalición opositora.
En el oficialismo hay entusiasmo sobre los días que vienen. Lo ven a Massa marcando el ritmo de la campaña, con respaldo político de todos las terminales del organigrama peronista y con capacidad de lograr acuerdos con sectores de la oposición. Un candidato diferente al que se vio antes de las PASO, donde concentró la mayor parte del tiempo en la gestión económica y recibió reclamos de algunos dirigentes que le pedían que ocupe más tiempo en convencer a los votantes.
El buen ánimo de las últimas horas está ligado a los números de algunas encuestas y el tercer lugar que mantiene Patricia Bullrich, que creció después de las elecciones primarias, pero que se estancó en 24 puntos, entre seis y siete puntos detrás del candidato peronista. Massa sigue en el segundo lugar y Milei en el primero, aunque parece haber tocado su techo después del pico de popularidad que alcanzó con su inesperado triunfo.
Uno de los consultores más importantes del país graficó ese movimiento en un puñado de palabras. “Milei tocó los 40 puntos después de las PASO y ahora se acomodó entre los 36 y 38 puntos. Tocó el techo y se estancó con un piso alto. Llegó a estar a 10 puntos de distancia de Massa, pero ya no. El margen para que gane en primera vuelta es acotado, pero es una opción”, explicó.
Esos números son similares a los que tienen en el búnker de calle Mitre, donde consideran que ya se cristalizó el techo de Milei y empezó a disiparse el miedo de que gane en primera vuelta, con una diferencia del 10 % de los votos sobre el segundo. La hipótesis de que alcance el 45% no tiene sustento ni entre los encuestadores ni en las filas peronistas.
El escenario que proyectan en el peronismo sigue siendo el mismo que en los últimos días. Creen que ingresarán al balotaje junto a Milei y que tienen posibilidades de que Massa se convierta en presidente, porque en la división de votos varios sectores de la oposición, como el radicalismo, el peronismo cordobés, los partidos provinciales y la izquierda, podrían acompañarlo.
Sobrevive la teoría del mal menor bajo el título: “Es Massa o el abismo”. Aunque evitan descalificar a Milei para tratar de atraer a sus votantes, en la proyección que hacen aseguran que el electorado argentino deberá decidir entre la estabilidad y racionalidad del actual ministro, o el fenómeno revolucionario, sin estructura política ni conocimiento de la gestión pública que representa el líder libertario.
Falta un mes para las elecciones, pero en el peronismo se sienten seguros de que podrán solidificar el segundo lugar porque “no pueden ganar dos derechas”. En definitiva, advierten que son el oficialismo y ese rol los acomoda de una mejor forma para contraponer ideas con La Libertad Avanza (LLA) y discutir un modelo de país mientras tratan de correr a Bullrich afuera de la línea de cal.
A la campaña aún le queda mucho y la mayoría de los consultores sostienen que la percepción de la sociedad puede cambiar en los días previos a los comicios. Así sucedió con el crecimiento de Milei en la antesala de las PASO. Su avance en las encuestas fue decidido y contundente en los cuatro días previos al domingo que la gente votó.
Así como la media sanción del proyecto de Ganancias fue un mojón en la segunda parte del proceso electoral, la presentación que encabezará Cristina Kirchner el sábado en la UMET es, de antemano, uno de los momentos importantes de este tramo de la campaña.
Hace dos meses que la Vicepresidenta no habla en público. Aún no se refirió a la derrota en las PASO y al desafío que tiene UP en las cuatro semanas que quedan hasta las elecciones generales. Se espera que apunte contra Javier Milei, en sintonía con la estrategia de polarización del peronismo.
En el massismo son cuidadosos al hablar de CFK. No quieren generar ningún ruido que rompa la armonía de la campaña. Creen haber dejado sepultado el contrapunto entre Axel Kicillof y la cúpula de La Cámpora por la “nueva canción” que propuso tocar el gobernador bonaerense y que desató la ira de los cristinistas duros.
“Cristina consolida el voto de Grabois y el que ella representa. No suma nada, pero contiene lo propio”, aseguró un ministro nacional sobre el regreso de la Vicepresidenta. Una funcionaria K aportó una mirada diferente: “Cristina siempre suma. Es la dueña de los votos y la líder del espacio. Y está respaldando a Sergio en todo”. Lecturas distintas dentro del mismo universo.
Massa viajará a Santiago del Estero el sábado y no estará en la presentación de la reedición del libro “Después del derrumbe, Conversaciones de Torcuato Di Tella y Néstor Kirchner”, donde CFK conversará con Pedro Rosemblat en un auditorio en el que donde se ubicarán los nombres propios más importantes del kirchnerismo. Un clásico de los últimos tiempos.
No habrá foto con el candidato. Su discurso siempre es esperado en el oficialismo, porque suele marcar lo que está pensando y lo que está pasando en los pasillos del espacio político. Aún no se sabe si su aparición será la primera de una hilera de presentaciones o solo una intervención que rompa el largo silencio después de que la Cámara de Casación reabrió la causa Hotesur-Los Sauces.
A esta altura del proceso electoral nadie cree que la Vicepresidenta haga otra cosa distinta a apoyar la candidatura del ministro de Economía. Lo hará a su forma, con sus frases en doble sentido y sus mensajes entrelíneas. Pero lo hará.
Cristina no ha esta presente en la mayor parte de la campaña. El foco está puesto en Sergio Massa. En gran medida, esa es la estrategia electoral que se trazó en el búnker de UP. Que el ministro de Economía aparezca en acción despojado de la fórmula presidencial. Alberto Fernández casi no ha compartido tiempo ni anuncios con Massa. Un retrato de cuánto le suman y cuánto le restan CFK y Fernández a la candidatura del ministro.