“A mí no me llamó nadie”: en Juntos por el Cambio hay dudas de la fiscalización conjunta tras el pacto Macri-Milei

“A mí no me llamó nadie”. La frase se repite. Se escucha entre gobernadores en ejercicio y electos de Juntos por el Cambio, entre intendentes victoriosos y candidatos derrotados. La fiscalización conjunta que acordaron Mauricio Macri y Javier Milei como parte inicial del pacto político electoral de cara al balotaje avanza con dificultad y genera incertidumbre entre sus protagonistas.

Las dudas se acrecientan al mismo ritmo en que avanza el cronograma electoral. A 18 días de la elección y 16 del final de la campaña para la segunda vuelta, ni en las provincias ni en las municipalidades todavía se puso en marcha el operativo ni se definió aspectos tan básicos como los responsables de convocar y organizar los dispositivos de fiscalización, la asignación de fondos y recursos humanos o la distribución de las boletas.

Son definiciones que los gobernadores -sobre todo los 10 que gestionan o van a asumir el 10 de diciembre-, los intendentes y dirigentes de todo el país de Juntos por el Cambio esperan con urgencia, más allá de que se mantenga abierta la discusión sobre la neutralidad entre Milei y Sergio Massa. “Ya les dije que se apuren, que no hay tiempo”, confió uno de los dirigentes bonaerenses con mayor predicamento en la coalición opositora.

Para abordar el problema que enfrenta Juntos por el Cambio ante la estrategia de Macri de apoyar a los libertarios hay que recordar sobre qué territorios va a desplegarse esa hipotética batalla final y sus protagonistas, que ya atravesaron unas PASO y unas elecciones generales con resultados decepcionantes. Los gobernadores e intendentes deberían ser los encargados de traducir en las provincias e intendencias ese acuerdo macro que celebraron en secreto Milei con Macri y Bullrich, en la casa de Acassuso del ex primer mandatario.

Los gobernadores, sobre todo los electos, caminan por un terreno resbaladizo, más peligroso que el que transitan los que gestionan hace años. Los nuevos tienen que terminar de hacer pie en sus territorios, lidiar con la herencia que les dejarán administraciones de otro signo y, encima, enfrentar una disputa nacional donde no hay, a priori, resultado previsible ni la seguridad de que Massa o Milei puedan ser mejores o peores para sus intereses. ¿Quién los beneficiará más, el peronismo o los libertarios? Es un acertijo por ahora sin respuesta.

Infobae se comunicó de manera directa o por sus voceros con cuatro gobernadores -electos y en ejercicio- y media docena de intendentes, candidatos y dirigentes nacionales y bonaerenses que revelaron el impacto que tuvo el acuerdo de Macri y Milei y el estado de situación del operativo de fiscalización conjunta que anunciaron La Libertad Avanza y un sector de Juntos por el Cambio después de la reunión en la casa del ex presidente.

Sergio Massa y Javier Milei, en el último debate presidencial   Sergio Massa y Javier Milei, en el último debate presidencial

En esos diálogos hubo denominadores comunes: reina la incertidumbre, la confusión, la falta de precisiones y de detalles sobre la traducción local del pacto sellado para intentar vencer al kirchnerismo. Las encuestas por ahora mantienen la moneda girando en el aire, con chances de victoria para ambos contendientes del balotaje, por lo que ninguno de los consultados estuvo dispuesto, por ahora, a definirse en público. Ni contra Milei, ni contra Massa, ni a favor del ausentismo o el voto en blanco.

Más allá de conversaciones aleatorias, imprecisas y de reuniones entre dirigentes nacionales de ambos equipos de campaña, en las 10 provincias donde Juntos por el Cambio es o va a ser gobierno a partir de diciembre no se avanzó ni en cómo se hará la unificación para fiscalizar, ni quiénes serán los responsables o coordinadores de esa movida. Tampoco en cómo ni cuándo se enviarán los recursos humanos y económicos para enfrentar la maquinaria electoral del peronismo.

“No es sólo plata, pero sin plata no se puede nada. El 22 de octubre tuvimos 170 remises para llevar y traer personas mayores a votar. ¿Cómo hacemos si no hay fondos para pagarles? Estamos sacando carteles con mi cara y la de Patricia Bullrich. Si ella hubiera entrado a la segunda vuelta, la cartelería seguiría ahí y estaríamos poniendo más. Hoy no estamos pegando carteles de Milei y los días pasan”, reconoció un encumbrado dirigente bonaerense de Juntos por el Cambio.

Pero no solo en JxC hay comportamientos zigzagueantes de cara a la segunda vuelta. En La Libertad Avanza hay pequeñas rebeliones con la excusa del pacto Macri-Milei. En José C. Paz el candidato libertario a intendente, Oscar Abadié, publicó un comunicado en rechazo al acercamiento con lo que denominan “la casta” de Juntos por el Cambio. En diálogo con Infobae, Abadié, que quedó segundo detrás de Mario Ishii, confirmó su disidencia y planteó: “¿Cómo les explico a mis vecinos que ahora tenemos que militar por la casta?”. Difícil calibrar cuánto hay de enojo y cuánto de negociación. ¿O será parte de un entramado profundo que conecta el mundo peronista con el libertario?

Las provincias

Para reconstruir el mapa de calor de la campaña, puede ser útil enfocarse en un tipo de gobernador opositor. En ellos está más claro el drama al que empujó Macri con su acuerdo: son los mandatarios electos. Ellos llegarán el 10 de diciembre a un campo minado después de décadas de hegemonía peronista. Pasa en San Luis, donde Claudio Poggi arribará a un distrito que durante 40 años no conoció otra familia en el poder que los Rodríguez Saá. En Entre Ríos, donde Rogelio Frigerio (PRO) asumirá tras 20 años del PJ. En Chubut, asumirá Ignacio “Nacho” Torres (PRO) también después de 20 años del peronismo. En San Juan, Marcelo Orrego llegará a un distrito que también durante dos décadas fue gobernado por los peronistas José Luis Gioja y Sergio Uñac. En Chaco, el radical Leandro Zdero asumirá después de 16 años del PJ. Y en Santa Fe, Maximiliano Pullaro (UCR-Evolución), tomará posesión del Ejecutivo en una provincia que tuvo desde el advenimiento de la democracia cinco gobernadores justicialistas y tres del Socialismo.

Nacho Torres, Claudio Poggi, Marcelo Orrego y Maximiliano PullaroNacho Torres, Claudio Poggi, Marcelo Orrego y Maximiliano Pullaro

A estos “novatos” se les agregan otros “veteranos”. Gobernará la ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri, que continuará la gestión que inició el ex presidente Mauricio Macri y continuó Horacio Rodríguez Larreta durante 16 años. Jujuy será administrada por Carlos Sadir, un alfil del actual gobernador Gerardo Morales. A Mendoza vuelve Alfredo Cornejo. Y en Corrientes, el radical Gustavo Valdés tiene mandato hasta el año que viene.

Los veteranos y los primerizos enfrentan el mismo dilema. Si bien los 10 se juramentaron que no se iban a dejar arriar por el pacto nocturno de Macri y Milei, la neutralidad empezó a resquebrajarse. Desde lo conceptual pero también desde lo práctico. “No fue por lo que dijo Mauricio que ser neutral, votar en blanco o no ir a votar favorece a Massa. Hay gente que nos pide votar a Milei y quiere fiscalizar. Pero para hacer eso necesitamos el compromiso, la organización y los recursos. No alcanza con dar entrevistas en televisión o reunirse para la foto”, le contó a Infobae uno de los gobernadores involucrados en esta trama.

Si bien el frente de los gobernadores todavía se mantiene monolítico, la idea de neutralidad tuvo un sutil cambio de sentido. Para entender este giro hay que poner la mirada en Morales. Porque lo que hizo el gobernador de Jujuy no es lo que quiere la mayoría. Más bien están en las antípodas. “Mordió la banquina y se fue al pasto”, le contó ayer uno de los gobernadores electos que miró con desagrado los últimos movimientos del jujeño que es a la vez presidente de la UCR.

“Tenemos que garantizar que la posición de neutralidad no sea equivalente a militar por Massa, porque todavía no sabemos qué hacer. En mi provincia hay muchos que quieren votar a los libertarios, porque de hecho ganaron en la mayoría de nuestros distritos. ¿Qué quiere Morales, que pida el voto a un candidato que mis votantes no quieren?”, continuó ese futuro mandatario. En concreto, el domingo 22 de octubre, Milei ganó en Santa Fe, Mendoza, Chaco, Jujuy, San Luis y Chubut, mientras que Massa triunfó en Entre Ríos, Corrientes y Chaco, y en CABA el ministro/candidato quedó segundo y el libertario tercero.

Lo cierto es que los 10 siguen en silencio y apenas dejan trascender a qué lado podrían inclinarse sin definirse de manera irreversible.

De todos esos, a Jorge Macri le resultará muy difícil mantener la neutralidad en contra de la opinión de quien fue el autor intelectual y material de su presente. El chaqueño Zdero es el que está más dispuesto a votar y militar por Milei, mientras que el chubutense Torres, el mendocino Cornejo y el correntino Valdés no terminan de inclinar la balanza, pero tienen a Milei como una alternativa. ¿Y el resto? No saben ni quieren contestar. Es que la neutralidad, que la semana pasada parecía significar una cosa para la política -más cercana a no ir a votar- ya sugiere otra.

Valdés, en declaraciones periodísticas, fue el que más mostró las cartas: “Voy a votar positivamente por uno de los dos candidatos, no voy a votar en blanco”, dijo y disparó las interpretaciones de un posible apoyo a Milei. Rápidamente, su equipo de colaboradores negó que se hubiera definido por nadie. Usa una prosa similar a la del chaqueño Zdero, un eje radical clave para el futuro y que da ahora sus primeros pasos.

El pacto de Acassuso entre Milei y Massa además fue la excusa para que los 10 gobernadores analicen otros temas de interés que podrían ser líneas de acción política a partir del 10 de diciembre, gane quien gane. Tiene una faz de interna y otra institucional.

El expresidente de Argentina Mauricio Macri saluda durante el cierre de campaña de la candidata de la coalición Juntos por el Cambio    El expresidente de Argentina Mauricio Macri saluda durante el cierre de campaña de la candidata de la coalición Juntos por el Cambio

Oposición no es oficialismo

Los mandatarios quieren preservar Juntos por el Cambio como polo de poder y dique de contención frente a Massa o Milei. Entienden que con los diputados y senadores que tiene la coalición opositora pueden “frenar leyes disparatadas de Milei o leyes hegemónicas de Massa”. Para ellos, mantener Juntos por el Cambio es “un imperativo institucional, pero también político”, explicó otro de los gobernadores. “Hay que mantener JxC pero como oposición no como parte de un futuro gobierno”, agregó. ¿Es un límite a las negociaciones secretas de la noche de Acassuso? ¿Hubo ofertas o pedidos de ministerios? Macri aclaró que el acuerdo fue “sin condiciones”.

Más allá de los interrogantes, la realidad es que el peso específico que tiene esta nueva liga de gobernadores frente a un futuro presidente débil en términos parlamentarios, pueden forzar negociaciones. “Milei dice un montón de disparates, pero como no está en el gobierno no puede hacer daño. Massa no dice ningún disparate pero siendo ministro de Economía y candidato a presidente ya hizo daño, por ejemplo con la eliminación de Ganancias, que le sacó a las provincias entre cuatro meses y un año de masa salarial en fondos coparticipables que se dejan de recibir por la eliminación de ese impuesto”, explicó el gobernador electo. “Gane quien gane, vamos a ir a la Corte para que el Estado Nacional compense esos recursos, pero con fondos de la administración central, no con plata de nuevos impuestos”, continuó.

Mientras tratan de evitar el colapso definitivo e irreversible de la coalición de oposición y definen si hacen campaña por Milei, fiscalizan y militan su boleta o no, los mandatarios opositores quieren poner en discusión también el formato de funcionamiento de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio, para que no sean sólo los partidos los que tengan voz y voto, sino por la representación institucional que ostenten.

“Valoramos a Stolbizer, Pichetto o Espert pero que ellos tengan una silla y los gobernadores y los intendentes no pueden hacerse oír no es lógico. Juntos por el Cambio está obligado a cambiar”, explicó otro dirigente nacional. Pero así como hay una discusión hacia adentro, los gobernadores también quieren plantear una disputa hacia afuera. Se ilusionan con que esa liga de JxC, más Martín Llaryora, de Córdoba; y Claudio Vidal, de Santa Cruz, estén en condiciones de disputarle al peronismo, por primera vez, un bastión inexpugnable: el Consejo Federal de Inversiones. Son, estas últimas, otras dos provincias donde ganó Javier Milei las elecciones.

La urgencia es el impacto local del acuerdo y la fiscalización conjunta que se anunció y por ahora no arranca. Al menos dos mandatarios confirmaron que no tuvieron más que sondeo. Están en ese operativo Guillermo Dietrich, Paula Bertol y José Torello, entre otros. “Está bien que se junten entre ellos, pero a mí no me llamaron. Recién nos vamos a estar juntando la semana que viene. Lunes o martes”, contaba otro de los gobernadores electos.

La provincia más grande

Así como pasa en lo macro de los gobiernos provinciales, también ocurre en lo micro de la provincia de Buenos Aires, ese vasto territorio donde se definen casi todas las elecciones. Allí, Juntos por el Cambio sufrió una catástrofe que todavía es procesada con dosis parejas de furia e impotencia. Candidatos, dirigentes y punteros interpretan que fueron las “víctimas” de una interna feroz que los desdibujó. La agresiva primaria entre Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich los embarcó en una disputa que capitalizó Javier Milei y, al dividir el voto opositor, terminó beneficiando a los candidatos de Unión por la Patria.

La Plata.  Julio Garro está perdiendo la elección ante el peronista Julio Alak (foto AGLaPlata)  La Plata. Julio Garro está perdiendo la elección ante el peronista Julio Alak (foto AGLaPlata)

Derrotas dolorosas que se dieron en distritos muy poblados que eran gobernados, principalmente, por el PRO. Ejemplos: en La Plata, que tiene 610 mil electores, perdió el intendente Julio Garro; en Lanús, con casi 400 mil, fue arrasado el intendente interino Diego Kravetz; en Bahía Blanca, con unos 260 mil votantes, perdió el oficialismo de Héctor Gay; y en Olavarría, con casi 100 mil electores, el jefe comunal Ezequiel Galli, quedó tercero, detrás del kirchnerismo y La Libertad Avanza. Fueron en total 16 los municipios que les arrebató el peronismo a Juntos por el Cambio -el PRO padeció más esa sangría-, que bajó de 62 a 46 municipios.

Resistieron esa avalancha Mar del Plata, con Guillermo Montenegro; Tres de Febrero, con Diego Valenzuela; San Isidro, con Ramón Lanús, que primero le ganó la interna a Gustavo Posse; y San Miguel, que es liderada por un alfil de Joaquín De la Torre, entre otros. El PRO se quedó con 18, pero abandonó distritos de enorme peso electoral.

“¿Después de todo lo que pasó nos van a pedir que hagamos campaña por Milei porque se pusieron de acuerdo Mauricio y Patricia con él? Que me llame Macri, sino no muevo un dedo”, dijo con inocultable fastidio uno de los dirigentes del conurbano bonaerense que sufrió una derrota que consideran inmerecida.

La espectacularidad que tuvo el abrazo entre Bullrich y Milei en el prime time de la televisión contrastó con la ausencia de imágenes entre el gestor del acuerdo y “dueño” de la pelota en JxC. No hubo foto ni video de Macri con Milei. “Me parece muy bien que Patricia y Javier se hayan perdonado las cosas que se dijeron. Pero acá los libertarios me putearon meses y meses. Trataron horrible a todos los nuestros, ¿cómo les pido que ahora fiscalicen y militen para ellos?”, dijo otro de los dirigentes que esperan definiciones.

En los diálogos con referentes políticos de la provincia de Buenos Aires había un consenso cerrado en señalar varias dificultades para avanzar, a 18 días del balotaje con la fiscalización y la militancia del voto a Milei. Hay razones personales que dificultan llevar al territorio el pacto Macri-Milei; hay razones económicas, porque toda campaña requiere de financiamiento; hay razones ideológicas; y también y hay razones prácticas o de tiempos.

Las razones personales tienen que ver con que la dirigencia de Juntos por el Cambio en los municipios -al igual que en algunas provincias- enfrentó una campaña muy agresiva no sólo con el kirchnerismo sino, sobre todo, con La Libertad Avanza, porque era la fuerza con la que disputaba el voto opositor. Hubo descalificaciones, agravios y acusaciones que en los distritos no siempre son fácilmente olvidables. A eso se le agrega que en la campaña anterior, la militancia y la dirigencia competían por la gobernación y por diputados, senadores, intendentes, concejales y consejeros escolares. Todo eso ya se definió. “¿Ahora me tengo que poner de acuerdo con la gente de Milei para que Guillermo Dietrich sea ministro? ¿En serio?”, preguntaban con mordacidad en Juntos por el Cambio.

Las razones económicas son más claras. Son las “efectividades conducentes” —esa definición maravillosa que se le atribuye a Hipólito Yrigoyen— imprescindibles para cualquier campaña. Plata, dinero, “la viva”, como la llaman en los territorios. Para capacitar a los militantes se necesita plata. Para repartir boletas se necesitan boletas, gente que las reparta y transporte (plata). Para trasladar electores a centros de votación. Para fiscalizar, los partidos le entregan a sus fiscales plata. Para preparar las viandas que se les entrega a esos mismos fiscales. Y para los carteles, avisos, gestión de redes sociales y publicidad. “Para el domingo 19 se necesitan más o menos 15 palos verdes”, reconoció uno de los que siempre está en el submundo de la política y que tiene varias campañas encima. Los “palos” son millones y los “verdes” dólares. “Hasta ahora, nadie bajó un peso ni avisó si iba a haber”, se lamentaban por estas horas en la provincia de Buenos Aires. “Lo único que me dijeron fue que hay que hacerlo por la Patria”, agregó.

Ciudadanos argentinos fueron registrados el domingo, 22 de octubre,  al votar en las elecciones generales en Buenos Aires   Ciudadanos argentinos fueron registrados el domingo, 22 de octubre, al votar en las elecciones generales en Buenos Aires

Las razones ideológicas ofrecen una complejidad distinta. En las provincias y los municipios del país hay un universo de votantes, militantes y dirigentes de Juntos por el Cambio que se debaten entre el antikirchnerismo rabioso y el rechazo a las ideas polémicas que se le atribuyen a Javier Milei, más allá de que él ya hace bastante que dejó de promoverlas. Antes del abrazo con Macri y Bullrich, el libertario ya había abandonado la palabra “vouchers”, ni volvió a referirse a la venta de órganos, ni a la venta de niños, ni a la liberación de la venta de armas. Tampoco mencionó la palabra Malvinas. Pero son todas ideas que quedaron impregnadas en la figura del libertario. Esas ideas para un sector difícil de cuantificar de votantes y dirigentes son “invotables”.

Las razones prácticas o de tiempos también son nítidas: quedan 18 días exactos para la elección y 16 de campaña. En ese lapso Juntos por el Cambio debería resolver todas las incertidumbres anteriores y activar una maquinaria que quedó exhausta y golpeada por un resultado magro que ninguno esperaba. “No queda tiempo. Les dije que se apuren”, relató uno de los dirigentes bonaerenses de Juntos por el Cambio.

En distritos como Malvinas Argentinas, Patricia Bullrich sacó menos de 15 puntos y en decenas de distritos del conurbano bonaerense no llegó a los 20%. La duda que plantearon los interlocutores es ¿en todos esos lugares puede ser reanimada la militancia para pelear la presidencia de otro?

La conclusión es que el acuerdo exigirá una enorme capacidad de trabajo y compromiso personal del expresidente para convencer y convocar a la dirigencia de segundo y tercer nivel del PRO y de un sector de la UCR que prefiere al bueno por conocer que al malo conocido. En el cálculo de Mauricio Macri no hay sólo especulación o arrebato contra su némesis, Sergio Massa. Las encuestas que empezaron a circular estiman un empate entre Massa y Milei en torno a los 44%, con 6% que vota en blanco y otro 6% que no sabe todavía qué hacer. Estando la moneda en el aire, como parece, el peso de los aparatos puede tener aún mayor incidencia. Lo último: Myriam Bregman, la candidata del FIT que salió última, ya anunció que militará el voto “ni”: ni Milei ni Massa. No aclaró si está a favor de la abstención, impugnar o votar blanco. Ni, otra originalidad de la izquierda.