El acto libertario en Córdoba terminó de exponer la caída en desgracia del jefe de Gabinete, Nicolás Posse. Los rumores respecto a una salida del ministro coordinador se intensificaron a partir del desplante del Presidente, quien le negó el saludo ante la vista de todo el mundo desde el sector VIP de la Plaza San Martín, minutos antes de su discurso. Más allá de los gestos, el propio Milei había advertido antes del fin de semana que la mesa chica que toma decisiones en la Rosada estaba en proceso de “revisión” y que habría cambios toda vez que se destrabe en el Congreso la ley bases, como una suerte de relanzamiento de una gestión asediada por turbulencias internas. La danza de nombres se abrió a partir de entonces. En punta picaron el ministro de Interior, Guillermo Grancos, y el subsecretario de Gestión Institucional, Eduardo “Lule” Menem, muy cercano a Karina Milei, “El Jefe”. El listado lo completan el presidente de la Comisión de Presupuesto de Diputados, José Luis Espert –de relación cada vez más estrecha con el Presidente– y hasta algunos de los dirigentes del PRO vinculados a Mauricio Macri que desde el “pacto de Acassuso” vienen sonando para ocupar distintos cargos al interior del Ejecutivo. Otro apellido de peso, que siempre está tras bambalinas y fue auscultado por Milei es el de Sturzenegger. El juego de la silla ya comenzó.
La certeza de que Posse tenía el boleto picado comenzó a partir de su faltazo a la presentación en el Luna Park del último libro de Milei y terminó de instalarse con fuerza el 25 de Mayo. Su nombre ni siquiera fue mencionado durante el Tedéum en la Catedral porteña, horas antes que la plana mayor del gabinete se trasladara hacia Córdoba. En la docta fue nuevamente ninguneado, y en la Libertad Avanza completaron el proceso de desgaste haciendo trascender posibles cambios en el organigrama del Estado, incluso dando a entender que ya fue confeccionado uno nuevo, al que sólo le faltaría la firma del Presidente.
El juego de la silla
A la hora de los trascendidos, Francos, por su rol de articulación política con los gobernadores, la oposición light y las espadas negociadoras del Congreso, surgió como una opción razonable, aunque por eso mismo comparte con Posse la responsabilidad de que la ley bases y el paquete fiscal permanezcan empantanadas en el Senado. Milei llegó al 25 de Mayo sin su proyecto insignia sancionado ni tampoco pudo reunir a una buena porción de los mandatarios provinciales detrás de la firma de los famosos “diez puntos para la libertad”, por lo que, a fin de cuentas, parte de sus objetivos políticos más inmediatos redundaron en un fracaso liso y llano. Si la idea de cambio en la Rosada se basa en auscultar al ala política, la búsqueda podría incluir a funcionarios que no carguen con el peso de la derrota en sus espaldas.
Si el cambio, por el contrario, se debe al empoderamiento absoluto de Karina Milei, la historia podría ser más bien otra. El poder al interior del gabinete de la secretaria general y hermana del presidente, a seis meses de iniciada la gestión, es total. La opción “Lule” Menem, del riñón de “El Jefe”, como reemplazo de Posse no sólo dejaría a la mesa chica sin una de sus patas importantes, sino que –a su vez, en el mismo movimiento– produciría un desbalance de jerarquías a su favor.
El ascenso de “Lule” en ese marco funcionaría como la entronización absoluta de Karina, pero además le ahorraría al Gobierno el problema de tener que reemplazar a Francos en Interior, desde donde viene tejiendo los pocos avances –a pesar de las distintas idas y vueltas– del Gobierno en su relación con las provincias y el Congreso. Uno que sonó para ese cargo, a esta altura, ya no sorprende: se trata del siempre listo Daniel Scioli, que espera su oportunidad.
Otro que se anota es Espert, un “perdonado”. Durante la campaña, el economista de ultraderecha había jugado para Horacio Rodríguez Larreta, como parte de la boleta de Juntos por el Cambio. Hasta fines del año pasado, su relación con Milei estaba rota y ambos se propinan descalificaciones de todo tipo por los medios. Esa situación cambió radicalmente desde que se hizo cargo de la comisión de Presupuesto de Diputados: su alineamiento con el oficialismo es total y el propio Presidente se encargó de subirlo al escenario del Luna Park, durante su noche de gala. A lo hora los gestos presidenciales, Espert es el caso opuesto al de Posse.
La salida del jefe de gabinete, igualmente, serviría para descomprimir algunas riñas internas que fueron creciendo de tono en las últimas semanas. Especialmente con Sandra Pettovello, la principal enemiga de Posse, con quien llegó a pelearse incluso por la repartija de oficinas y mobiliario en el edificio céntrico del Consejo de Políticas Sociales.
Sturzenneger sale a la palestra
Todavía no está claro en qué cargo, pero Federico Sturzenegger tomará en adelante un rol mucho más protagónico en el gabinete del que ya tiene, tras bambalinas. El autor del DNU 70/23 es una fija, tal como lo dijo el propio Milei. “Entra Federico como ministro”, dijo el Presidente en la misma entrevista en la que adelantó que el organigrama “está en revisión”. Sería, según dijo, luego de que el Congreso sancione la ley bases, con la idea de afrontar una segunda “etapa de reformas estructurales”.
Según contó Página/12, el entorno más preocupado ante el asunto es el del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, quien viene de una semana complicada ante la mini-corrida que sufrió el dólar. De todos modos, en el viaje de vuelta desde Córdoba, varios ministros del gabinete –incluído el vocero presidencial, Manuel Adorni– subieron fotos a sus redes sociales respaldando al ministro e intentando mostrar concordia al interior del gabinete económico.
Macri y la hipótesis del entrismo
Dentro de la estructura del gabinete, Posse venía siendo una de las trabas más importante al ingreso de funcionarios provenientes del PRO. El jefe de Gabinete era uno de los escollos para el famoso “desembarco” de cuadros técnicos del macrismo, y sostuvo esa idea incluso al punto de renovarle a muchos “ravioles” (como se conoce a los secretarios y directores en la jerga estatal) que incluso provenían de la gestión del Frente de Todos, algo que también le valió reproches internos.
Su salida le abriría las puertas a muchas segundas líneas del partido fundado por Macri, quien espera casi desde el momento mismo de la conformación del gabinete su oportunidad para colocar a dirigentes de su riñón. Tanto el presidente del bloque del PRO en Diputados, Cristian Ritondo, como Diego Santilli –quienes pasaron a tomar el control partidario en la provincia de Buenos Aires– redoblaron en las últimas horas sus gestos de acercamiento hacia la Libertad Avanza. Estuvieron en el Luna Park, hasta donde llegaron escoltando a Martín Menem.
De todos modos, Ritondo todavía tiene un rol clave en la cámara baja, como articulador de las negociaciones para el avance de las leyes caras al oficialismo, como el paquete que se viene post ley de bases, con la baja de edad de imputabilidad entre otros temas. Macri siempre pidió por él en el lugar donde hoy está el propio Menem, como parte del “pacto de Acasusso”. Habrá que ver si semejante enroque es posible, con el que el expresidente completaría su “entrismo” en la Libertad Avanza, una fuerza a la que había considerado como “fácilmente infiltrable”.