Según Unicef, hay 10 millones de chicas y chicos en Argentina que comen menos carne, lácteos, verduras y frutas respecto del año pasado a raíz de la falta de dinero. En cambio, aumentó la ingesta de fideos y harinas, reemplazos más económicos y funcionales a la hora de “llenar la panza” pero de menor valor nutricional. Esto se da en un contexto en el que los ingresos de casi la mitad de los hogares con niñas y niños no alcanzan para cubrir gastos básicos de alimentación, salud y educación.
La información surge de la octava encuesta de Unicef Argentina a hogares con niñas, niños y adolescentes, una medición de alcance nacional que se realiza desde 2020. El estudio también releva que más de un millón de niñas y niños deja de comer alguna comida (desayuno, almuerzo, merienda o cena) por falta de dinero.
Los problemas alimenticios no se dan solamente en familias en donde el jefe de hogar no tiene trabajo; sino que en siete de cada diez de estos hogares en donde hay estas restricciones, la persona a cargo se encuentra ocupada y, dentro de ellas, más de un 60 por ciento, de manera informal.
FUERTE DETERIORO
La velocidad del deterioro socioeconómico es alarmante. De acuerdo a Unicef, el total de hogares con niñas y niños en donde los ingresos mensuales no alcanzan para cubrir gastos corrientes se incrementó desde el 33 por ciento en junio de 2022 al 41 por ciento en junio de 2023 y hasta el 48 por ciento en mayo de 2024. Son más de 3 millones de hogares en esta situación.
Esto afecta también a los hijos e hijas de personas con empleos formales: el porcentaje de este tipo de hogares que encuentra dificultades para abordar gastos pasó del 19 por ciento en junio de 2022 al 25 por ciento en 2023 y hasta el 30 por ciento el mes pasado. “Refleja una situación que se observa también al analizar los perfiles de pobreza de los hogares con niñas y niños: el tener un empleo no resulta suficiente para salir de la pobreza”, advierte el informe.
En un 23 por ciento de los hogares se dejaron de comprar medicamentos; en un 32 por ciento, se redujeron los controles médicos y odontológicos; en un 41 por ciento, se utilizan ahorros para gastos corrientes y en un 5 por ciento de los hogares se tuvo que cambiar a los chicos de la escuela por no poder pagar la cuota.
En los casos más sensibles, lo que se restringe es el consumo de alimentos. En un 52 por ciento de los casos, los hogares tuvieron que dejar de comprar algún alimento por falta de dinero. Se trata del valor más alto de toda la serie que mide Unicef y casi el doble que en abril de 2020.
“Un 90 por ciento dejó de comprar leche, carnes y otros lácteos. Es decir, se reduce significativamente el consumo de alimentos centrales para la nutrición de niñas, niños y adolescentes (carne, verduras, frutas y lácteos) y aumentan aquellos más baratos y menos nutritivos (fideos, harina y pan)”, detalla el reporte de Unicef.
“Frente a la insuficiencia de ingresos, las familias se endeudan, dejan de comprar alimentos nutritivos o medicamentos, lo cual empeora significativamente la calidad de vida de sus integrantes”, explica Luisa Brumana, representante de UNICEF Argentina.
En muchos casos, incluso estas estrategias no resultan suficientes y la única alternativa posible que encuentran los hogares es saltearse comidas. Más de 1 millón de chicas y chicos tuvieron que saltearse una comida diaria (desayuno, almuerzo, merienda o cena) por falta de dinero, equivalente al 7,4 por ciento del total de hogares. Ese valor era del 6,4 por ciento en junio de 2023. Entre las personas adultas, está situación es aún más severa: un 30 por ciento tuvo que saltearse una comida.