Una amiga me lo contó: tenía unos dolores de cabeza imposibles, llevaba años intentando de todas las formas combatirlos, pero no había vuelta. Hubo momentos en que no se podía levantar de la cama, que veía nublado, que se encerraba a oscuras en el baño a llorar.
Un día alguien le habló de las regresiones a vidas pasadas, una terapia alternativa que podía ayudarla. A pesar de ser una persona muy mental, decidió intentarlo y el resultado fue mucho más que sorprendente. Hizo 7 sesiones y en cada una de las experiencias pasaba lo mismo: le cortaban la cabeza. Se la cortaban en una lucha en plena edad media, se la cortaban con un hacha, los escenarios cambiaban pero la imagen se reproducía.
Después de esos encuentros, el dolor de cabeza mutó. No desapareció del todo, pero se hizo controlable y esporádico. Mi amiga volvió a la vida.
Algo parecido me pasó a mí: decidí ir y ver qué pasaba. Mis miedos, si bien me dejaban avanzar, eran insoportables, aparecían y se multiplicaban, me hacían pensar en cosas fantásticas y en desenlaces oscuros y negativos. Todo lo malo me tenía que pasar a mí: el avión se iba a caer, el embarazo lo iba a perder, la fiebre era porque en realidad estaba muy enferma y lo iban a descubrir en el análisis de sangre que me estaban por hacer.
Experimenté durante 40 años tantas enfermedades como escuché: si alguien me contaba algo de un caso en mil de cierta patología, me iba a pasar. Me hice experta en descifrar caras de médicos aparentemente alarmados cuando en realidad no habían llegado a abrir el sobre. Había hecho de todo: terapia desde los 14 años con diferentes profesionales y de diferentes ramas, constelaciones familiares, biodecodificación, homeopatía, meditación, yoga y hasta consulté a un psiquiatra. Nada me bajaba ese maldito ataque de ansiedad que me generaban las enfermedades y los vuelos.
Mi viaje fue diferente y cuando me lo acuerdo siento que fue una película que vi en la tele, veo colores, texturas, es como si de alguna manera hubiera estado ahí.
“El origen de este método se remonta a tiempos antiguos en diferentes disciplinas esotéricas y en diferentes escuelas espirituales. El método moderno fue puesto en relieve y difundido por el médico psiquiatra Dr Brian Weiss en 1988, a partir de la publicación de un trabajo experimental realizado con sus pacientes y que demoró 4 años en publicar dado lo controversial que resultaba a nivel de las ciencias modernas”, explica el licenciado Guillermo E. Olivero, secretario de la A.A.T.V.P.(Asociación Argentina de Terapia de Vidas Pasadas) y psicólogo clínico (U.B.A. 1987).
Los escenarios pueden cambiar: muchos vuelven al útero materno para sanar traumas que sucedieron cuando estaban en la panza. “Yo reviví tres veces mi parto porque hice tres regresiones al vientre materno por todo lo que había sucedido en esos cuatro meses de gestación posteriores a ese acontecimiento que afectó a mi padre y a mi madre, que fue la muerte de mi hermanita“, cuenta el especialista.
“Muchas veces me dicen que se pasa por situaciones muy dolorosas. Y sí, es así, no solo físicas. A veces emocionales como pérdidas de seres queridos. Se reviven y toda esa emoción atrapada en ese momento tiene que ser liberada porque sino nos sigue afectando en nuestra vida actual. Después de realizar, una dos o tres experiencias de estas, uno sabe que todo lo que uno pueda padecer circunstancialmente en ese momento está ampliamente compensado por los beneficios terapéuticos que trae posteriormente y las enfrenta sin temor”, suma.
Qué es y cómo funciona la terapia de regresiones a vidas pasadas
“Se conoce como regresiones a vidas pasadas a un tipo de terapia transpersonal que genera experiencias subjetivas con efectos terapéuticos. Las mismas, al ser guiadas por un especialista, mediante la inducción a una relajación profunda y una expansión de consciencia (que se logra aplicando una técnica específica de hipnosis) posibilitan los efectos de resolver ciertos síntomas y varias patologías psíquicas y emocionales“, define el licenciado Guillermo E. Olivero.
En criollo: cuando las cosas no son tan fáciles de ver o resolver, un guía te acompaña en un camino para encontrar respuestas.
Según explica Olivero, quien también es director de CEDEXÁ (Centro De Estudios De Expansión Álmica) y fue integrante del Servicio de psiquiatría del Hospital Británico de Buenos Aires, entre 1992 a 2020, lo que se busca “es llevar a la persona a revivir la experiencia responsable del síntoma que está padeciendo”.
Para lograrlo, se hace una inducción hipnótica, para darle pie a la persona para que pueda revivir una experiencia. “Es como si estuviera soñando muy vividamente. No siempre la experiencia es visual, a veces es simplemente intuitiva: uno sabe que está en una determinada situación. Al inicio puede tornarse un poco confuso, porque uno no sabe si está inventando, pero finalmente cuando uno empieza a transitar la experiencia se realiza la conexión emocional, que es lo que se busca”, detalla el experto.
Y asegura que en ese contexto la persona puede trabajar en lo que siente.
En mi caso, después de pasar el prejuicio, me entregué a la experiencia.
Después de escuchar su voz y de cerrar los ojos, solo veía negro. Un negro oscuro, como pegajoso. Hasta que la vi: yo era una chica rubia en medio de una pradera, tenía trenzas y corría alegremente. Algo sin embargo me detenía, era un ente, alguien negro, no podía verlo porque me agarraba de espaldas y me dejaba quieta. ¿Sería el miedo? Ahí, me hicieron correr a otro momento de esa misma vida, ¿era otra vida? Todo se sentía difuso.
De repente me vi: estaba en un estanque, era una aguatera, cuidaba unos chicos. No puedo explicar lo que sentí, empecé a llorar y solo podía repetir: “No puedo protegerlos”. Atrás de unos arbustos, unos hombres estaban por llevarse a los chicos, pero yo no podía nada. Miré para arriba: había aviones, parecía una guerra.
Vuelvo a la pradera y a la escena del espectro que me tenía atrapada, logré escapar (los movimientos los hacía recostada en la cama) y corrí a una casa que tenía un sótano, me escondí ahí, pero estaba sola.
Sentía angustia y frío.
“Se aconseja iniciar por una experiencia en la vida actual en la temprana infancia ligada al síntoma y luego en la segunda instancia se busca ir hacia la vida anterior a la experiencia responsable de estar atravesando en esta vida por estas situaciones. Allí funciona el trabajo terapéutico liberando el atrapamiento energético, liberando y resolviendo ese conflicto que quedó encapsulado y que sigue actuando hoy en día en la persona que padece ese síntoma que fue originado en esa experiencia vivida en el pasado”, suma Olivero.
Y asegura que lo que se busca es “el origen”.
“Hablamos de expansión de la conciencia porque en la conciencia focalizada de nuestra vida cotidiana estamos más hacia afuera que hacia adentro y en realidad no vemos eso que está en nuestra conciencia actuando aún hoy, aunque no esté a la vista. Es recordar, es revivir, es volver a pasar por esa situación que quedó como encapsulada. Es posibilitar cerrar el círculo como en las terapias gestalticas, es ir mediante el trabajo terapéutico a que se libere la emoción atrapada”, detalla.
Cuando me encontré sola, a salvo, en un sótano, después de dejar a los chicos a merced de nadie, la angustia me dominó. “Hay que volver a la escena”, propuso el terapeuta y eso hice.
Alguien me sostenía fuerte, pero a base de almohadonazos logré escapar. Vi a los chicos y los agarré, los llevé conmigo a mi lugar seguro.
Por qué no iba a merecer lo peor si no logré salvarlos, en esta vida… esa carga me llenaba de culpa y de sensación de merecerme lo peor. Quería lograr algo imposible, pero no me lo perdonaba.
En ese momento, no entendí mucho. Adelanté tiempos y llegué a mi muerte. Estaba en un calabozo, no tenía piel, era puro hueso. Intentaba salir para salvar a Chelo, mi compañero en esta vida también estaba en esa, quería gritar pero no me salía la voz. Encontré una pistola y me escondí atrás de un pozo de agua. Me encontraron, me tiraron de los pelos, y decidí dispararme en el cuello.
En medio de la resignación de no poder salvarlo que nadie me quitara la posibilidad de terminar con mi vida, pensé. Me fui de escena y entré en modo descanso, una voz sonó 3 veces: “Tenés que aprender a compartir”.
La regresión había terminado.
¿Se trata necesariamente de vidas pasadas?
En mi experiencia, sentí que era mi subconsciente exponiendo mis miedos con esas imágenes.
Según explica Olivero: “Lo que se recrea en la experiencia no necesariamente tiene que ver con una vida anterior. Vida pasada como a mí me gusta llamarlo, terapia de vida pasada, es de hoy para atrás. De hecho las primeras veces la mayoría de las personas revive una experiencia de la vida actual. Se recogen, se recrean, se reviven situaciones traumáticas vividas en la infancia. Así se empezó desde siempre, buscando mediante hipnosis las experiencias traumáticas tempranas. Ya que según la teoría freudiana los acontecimientos vividos antes de los 5 o 6 años son los causantes de nuchos síntomas.
“De hecho Brian Weiss cuenta que él trabajaba así con sus pacientes, hasta un día indicó ir al origen de la experiencia y por una equivocación en la orden hipnótica la paciente empezó a hablar de un entorno diferente. Luego él se tomó el trabajo de descartar otras patologías y finalmente terminó descubriendo que la paciente estaba hablando de vidas anteriores. Por eso es que vida pasada, en realidad es de hoy para atrás incluido las vidas anteriores. La mayoría de las veces cuando uno hace más de una experiencia si no fue en la primera a una vida anterior seguramente lo hará en la segunda y en las siguientes sesiones”, cuenta Olivero.
¿Se necesita una preparación especial para realizar una terapia de vidas pasadas?
En la gran mayoría de los casos no hace falta ninguna preparación previa. Lo que sí ocurre, advierte Olivero, es que con personas muy racionales, muy estructuradas, muy controladoras se hace más difícil el levantar el bloqueo que pueda tener en relación a esas experiencias vividas anteriores.
“Tiene que haber algún tipo de aceptación y de convencimiento personal respecto de que esto funciona y de que esto sirve. Si la persona no quiere que ocurra o no cree que sea posible que ocurra, no va a ocurrir”, dice el especialista. Y cuenta que primero se junta con el paciente para saber qué quiere trabajar. “No hace falta una preparación previa bajo ningún sentido. Obviamente se observa una mayor eficacia y una mayor facilidad para ingresar en estos estados expandidos de conciencia en las personas que traen un recorrido previo de hacer meditación, yoga, relajación y ese tipo de actividades“, dice.
Y aclara que no está permitido aplicar esta técnica a personas que tengan alguna afectación mental severa o que estén cursando algún episodio agudo de desestabilización emocional.
“Se requiere que la persona tenga un yo lo suficientemente integrado, por lo cual quedan excluidas todas las patologías relacionadas con la psicosis, es decir, ese amplio espectro de patologías como esquizofrenia, paranoia, etcétera. No se aconseja realizar esta expansión de la conciencia, ya que no tiene efectos terapéuticos comprobados o satisfactorios en esos casos. Todo lo contrario, podría agudizar esos cuadros”, advierte el especialista.
Y suma: “Hay sacerdotes, monjas y personas pertenecientes a diferentes corrientes religiosas que practican esta técnica terapéutica sin contradicción con su sistema de creencias. Ni siquiera hace falta creer en la reencarnaciones, porque llegado el punto, la experiencia es subjetiva. Cada uno sabe lo que experimentó, lo que vivió y como esto mejoró sus problemas. Si lo quiere tomar como una fantasía, como un sueño, como imaginación, nosotros no entramos a discutir las concepciones que explican el fenómeno”.
¿Se recurre a una hipnosis?
“Se utiliza una inducción hipnótica que es mediante una técnica creada por un psiquiatra norteamericano llamado Milton Hyland Erickson“, explica el especialista. “Se la llama hipnosis Ericksoniana y a diferencia de la hipnosis clásica original que introdujo Franz Mesmer, es una hipnosis “no disociativa”. Quiere decir que la persona no pierde contacto con el aquí ahora. La persona está todo el tiempo consciente y de hecho se comunica con quien facilita y guía la experiencia”, detalla.
Y asegura que en “en cualquier momento” el paciente puede salir de la experiencia.
“No es una hipnosis peligrosa, el paciente no pierde su conexión, es como estar viviendo muy intensamente un sueño pero siendo consciente de que uno está en los dos lugares a la vez. Cabe aclarar que no hay regresión alguna, la regresión es un término si se quiere comercial o nombre de fantasía. Lo que ocurre es una expansión de conciencia, nadie va a ningún lado nadie se va del consultorio”, aclara.
También cuenta que mientras que Weiss trabajaba con hipnosis disociativa, en la Argentina a partir de la difusión que realiza el Dr José Luis Cabouli y todos los que se formaron a través de él, se utiliza hipnosis Ericksoniana.
Sin embargo, la técnica venía gestándose desde el siglo XIX, Janet realizaba tratamiento con hipnosis; Sigmund Freud también utilizaba la hipnosis al principio de su trabajo con Charcot, siendo neurólogo y antes de crear el psicoanálisis.
¿Qué pasa después de una regresión a vidas pasadas?
Después de “sanar” lo que fui a trabajar abrí los ojos y me encontré cara a cara con el terapeuta. Decidí quedarme un rato recostada tratando de entender lo que había pasado.
Hablamos de todo ese viaje y de las sensaciones que había tenido. Salí del lugar en estado de shock, pero un shock lleno de vida.
Algo parecido le pasó a Olivero: “Lo que pasa después de una experiencia de regresión es algo realmente muy conmovedor para todas las personas. En mí caso, en particular, la primera vez que hice la experiencia como paciente quedé conmovido y shokeado. De alguna manera se alteró notablemente lo que era el paradigma en el cual yo me movía, más con una formación académica universitaria y con muchos años de práctica como terapeuta a nivel hospitalario y de consultorio particular”.
“Me di cuenta de que había dejado de lado una tercera dimensión, un tercer plano del ser humano que lo podemos llamar espiritual, con todas las connotaciones de religiosidad que esto tiene, o energético. Que somos cuerpo, mente y espíritu y ahí empecé a querer buscar y comprender del punto de vista racional de qué se trataban estas experiencias que estaba teniendo como paciente y que estaban generando unos efectos tan importantes en mí”, suma.
Tardé días en salir de ese estado, al principio tuve sueños raros relacionados con la muerte. Después las cosas se fueron aclarando y lo que vino fue como un renacer, una sensación diferente y otra forma de encarar mis miedos.
No desaparecieron pero ya no me paralizan.
“Lo primero que ocurre es una gran conmoción, lo segundo, una mejoría, una modificación de la sintomatología y sobre todo, lo más impactante luego de realizar muchas sesiones, es como se modifica la perspectiva respecto del fenómeno de la muerte”, concluye Olivero.
“Rápidamente empecé a experimentar cambios muy notorios. En primer lugar, pude desprenderme del rencor (motivo de mi consulta) a los 20 minutos de salir de terapia. Por otro lado, la forma en la que encaro mis dificultades diarias cambió radicalmente. Estoy mucho más enfocado y claro en mis decisiones y hasta me han dicho que cambio mi expresión facial. A partir de mi regresión, sé que voy a festejar 2 cumpleaños por año”, comparte M, uno de los pacientes de Guillermo que se animó a contar su experiencia.