El Instituto de Estadísticas y Censo (Indec) informó que el 52,3% de las personas son pobres en Corrientes Capital, las mediciones corresponden al primer semestre de 2024. Hubo una suba de los indicadores respecto al segundo semestre de 2023, cuando la pobreza era del 41%.
En Corrientes hay 204.832 pobladores pobres y 52.423 indigentes. El semestre anterior, en 2023, eran 159.786 los pobres y 33.415 los indigentes. Un aumento de 10 puntos.
En la región NEA, en el Gran Resistencia la pobreza alcanza al 76,2 %y la indigencia al 38,6 %; es decir 323.504 resistencias no superan la línea de la pobreza y 163.994 son indigentes. Los indicadores aumentaron en comparación a 2023, cuando la pobreza alcanzaba al 65,2% (275.971) de las personas, mientras que la indigencia al 24,4% (103.080).
En Posadas, Misiones, la pobreza es del 55,9 aumentó casi 20 puntos (217.204 personas) y la indigencia es de 18,3 %, (71.339 personas) el doble en comparación a 2023, cuando la pobreza alcanza a 148.404 posadeño, 38,4%, y había 36.970 indigentes, es decir era del 9,6%.
En Formosa, la pobreza alcanza al 67,6 % de la población (177.821 formoseños) y la indigencia del 19,8 % (52.187 formoseños), aumentó 20 puntos en comparación a 2023 cuando la pobreza era del 46,9% (122.690) y la indigencia al 14,9% (38.942).
El informe publicado por el Indec este jueves marca un importante salto respecto al relevamiento anterior del organismo, correspondiente al segundo semestre de 2023, cuando el 41,7% de las personas se encontraban bajo la línea de la pobreza y el 11,9% por debajo de la línea de indigencia.
Es la primera medición del gobierno de Javier Milei. Respecto de un año atrás, 6,2 millones de habitantes se sumaron al universo que con su ingreso no pudo comprar la canasta básica total de alimentos y servicios básicos. Y se incrementó en 4,2 millones la población que no llegó a cubrir el valor de la canasta básica alimentaria, pese a los planes de asistencia social.
El primer semestre del año fue atravesado por esa escalada inicial de la inflación de los primeros meses del año, hasta un ritmo de suba de precios que se asentó en el orden del 4% mensual desde mayo. Hubo, en paralelo, una caída marcada del poder de compra de los salarios, que también comenzó a recuperar terreno en la medida en que desaceleraba el índice de precios, aunque no llegó a compensar enteramente lo perdido en el último año.