La pobreza se ubicó en el 49,9% en octubre pasado, según el relevamiento que hace la Universidad Católica Argentina (UCA), mientras que la indigencia para el mismo período alcanzó al 12,9% de la población. Las cifras representan un incremento importante respecto a los niveles registrados al final del tercer trimestre del año pasado (44,7%), y son inferiores al pico observado durante el primer trimestre de 2024 (55,9%). De todos modos, los valores actuales se mantienen cerca de máximos en las últimas dos décadas.
Estos datos surgen del informe de investigación “Deudas sociales en la Argentina del siglo XXI (2004-2024). Fin de ciclo y futuro abierto”, que fue presentado por el director del ODSA, Agustín Salvia, quien aseguró: “En estos últimos 20 años hubo crecimiento, estancamiento y una crisis sistémica. Se trata un agotamiento del modelo político económico que fue fallido, donde había consumo financiado con déficit y luego endeudamiento”.
Para Salvia, “con este proceso agotado era necesario desarmar las trampas que nos llevaron al subdesarrollo y la pobreza” y mencionó que el ajuste (devaluación, eliminación de la inversión privada y caída del gasto público) que llevó a cabo el presidente Javier Milei tuvo fuertes consecuencias en la calidad de vida de la población pero que no tuvo la magnitud que podría haber alcanzado. Por ello -señaló- estamos en un “proceso de transición”.
Si se toman en cuenta los datos oficiales que publica el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), y se los analiza por trimestre, se puede evidenciar que el pico en la tasa de pobreza sucedió en el primer trimestre de este año, cuando la EPH alcanzó el 54,9% de la población y la indigencia, el 20,3% producto de las políticas de ajuste y devaluación, pero luego comenzó el paulatino descenso.
También en base a los datos del INDEC, en el segundo trimestre la pobreza alcanzó el 51% y la indigencia el 15,8%, dijo la UCA. A su vez, según proyecciones que realizó el Observatorio en función a los microdatos de la EPH, la pobreza durante el tercer trimestre estaría en el 46,8%, mientras que en octubre seguiría bajando al 44,6% (para la indigencia sería del 12,9% y 11,6%, respectivamente), niveles superiores a las cifras que calcula la UCA.
Pese a esto, aclararon que si bien “las estimaciones dan cuenta de la continuidad de esta tendencia durante el tercer trimestre de este año, todavía está en niveles superiores de 2022 y 2023”. “La caída de la inflación y que no creció el desempleo”, fueron dos de las causas mencionadas por Salvia en cuando a la mejora de la medición de la pobreza contra el trimestre anterior.
Pero, a pesar de estos guarismos, aún es preocupante la pobreza y la indigencia en las infancias. Actualmente dos de cada 10 niños viven en pobreza extrema, mientras que el 65,5% de los chicos entre 0 y 17 años son pobres. Quizás el dato más relevante sea que el índice no para de empeorar desde 2018.
El bolsillo no alcanza: alimentos, servicios, educación y salud
En cuanto a la insuficiencia de ingresos, el relevamiento realizado por el Observatorio de la UCA relevó que hay un 47% de los hogares que manifiesta que no le alcanza el dinero para cubrir sus necesidades. Esta cifra se eleva hasta el 75,3% en el caso de los estratos más bajos.
“La población no siente alivio en el bolsillo porque si bien bajó la inflación cambiaron los gastos fijos en los hogares destinados a pagar servicios como luz o agua. A su vez en el IPC no está bien representada esta ponderación. La mejora en la inflación no está yendo al consumo”, explicó Salvia.
Es por eso que, en estos momentos, solo uno de cada 10 hogares urbanos tiene capacidad de ahorro corriente mensual. Pero el dato que prende las alarmas es el de la inseguridad alimentaria: en uno de cada cuatro hogares no se logra comer adecuadamente o se redujo la dieta y en el caso de la inseguridad alimentaria severa sucede en uno de cada diez hogares.
El informe también revela que un 36,3% de los hogares recibe asistencia económica directa o indirecta por parte del Estado Nacional, provincial o municipal. Además, “entre 2023 y 2024 se incrementaron los hogares que tuvieron que realizar recortes en atención médica u odontología, particularmente entre los hogares de nivel socioeconómico bajo o muy bajo”, añadieron.
A su vez se observó que en todos los estratos hubo un incremento importante en la dificultad para acceder a medicamentos por motivos económicos, también, en este caso, un problema más acentuado entre los hogares de nivel bajo y muy bajo. A su vez, en tres de cada 10 hogares hubo problemas este año para pagar algún servicio público, una cifra similar en el caso de las tasas o impuestos.
En cuanto a la calidad del empleo, un 60% de la población tiene trabajo precario o está desempleado (8,9% directamente no trabaja, un 23,6% “hace changas”, y un 27,8% tiene empleo precario, o sea no aporta a la seguridad social). De estos datos se puede determinar que si se suma el subempleo inestable a la cifra de desempleo, ésta alcanzaría el 32%.