Volver de Malvinas y escuchar la marcha a la querida perla austral. No hay nada que se parezca en este mundo a esta escena que vivieron los excombatientes. Sus rostros iluminados y las lágrimas incontenibles en su andar flanqueados con honores en el aeropuerto de Río Gallegos, fue este sábado por la tarde un momento tremendo y que caló hondo en el grupo.

Como todo en este quinto viaje de 20 exsoldados correntinos que estuvieron en la guerra del 82, la emoción estuvo a flor de piel. Las sensaciones empujaron cada minuto a un torbellino de recuerdos, de dolor, de fortaleza, de homenaje a los héroes y de sanación de las profundas heridas de guerra en el alma.
Por eso, al llegar al continente, estos excombatientes correntinos, juntos con seis de sus pares de la localidad de San Bernardo (Chaco) y otros cuatro de Escobar, provincia de Buenos Aires, tuvieron un recibimiento como no les hicieron en 1982, cuando regresaron de Malvinas. Eso lo sintieron, eso los dejó sin palabras y con una emoción hasta las entrañas.



La comitiva ya está en la ciudad capital de Santa Cruz, donde pasarán el domingo y el lunes por la mañana aterrizará en la capital correntina.
Vivieron una semana de sentido homenaje en el cementerio de Darwin y visitas a lugares de combates en los montes Tumbledown, Willian, Kent, Harriet y Dos Hermanas, además de la histórica bahía San Carlos, cerca del estrecho homónimo en que desembarcaron las tropas británicas en el 82.
Fueron jornadas de camaradería y de revivir juntos escenas y escenarios de la guerra, y homenajear a sus camaradas en Darwin, pero sobre todo desahogarse.
Recibimiento
A las 17:25 aterrizó el vuelo de la empresa chilena que hace el trayecto semanal Malvinas-Río Gallegos. La ansiedad ya se sentía apenas empezamos a bajar de la aeronave. El viento frío patagónico nos recibió con fuerza. Dentro del aeropuerto todo estaba preparado para la sorpresa que coordinaron Ángel “Coqui” Flores e Ignacio “Keko” Araujo, para darle la bienvenida a los excombatientes.
Flores es excombatiente y cumple el rol de coordinador en este quinto viaje, pero ya lo hizo en los cuatro anteriores. Incluso en el primero, experimentó esa sanación del alma.
Araujo es un comunicador correntino que vive desde hace más de dos décadas en Río Gallegos, con un programa radial llamado “La Patria Guaraní”. Es malvinero y difunde la causa en cada ocasión que tiene en los medios. Y desde que los excombatientes correntinos pasan por su ciudad rumbo a Malvinas, hay un encuentro de agasajo y camaradería con malvineros locales.
La banda de música de la Policía provincial y una guardia de honor dispuesta en perfecta fila, delimitó el trayecto y el escenario para recibirlos en el hall del aeropuerto patagónico.
Tras el paso de los pasajeros comunes, ingresó la comitiva de excombatientes y sonó la Marcha a las Malvinas: emoción pura. Luego se entonó el Himno Nacional: doble emoción.
Finalmente se entregaron reconocimientos por parte del Centro de Exsoldados Combatientes en Malvinas de Corrientes a los organizadores de este recepción increíble en Río Gallegos.
Además, el modelo y conductor televisivo Hernán Drago se sumó a la emotiva ceremonia. Él también estuvo la misma semana que los correntinos de visita a Malvinas y cumplió un anhelo que tenía desde hace tiempo, con un enorme sentido malvinero y patriótico.
En el final del acto, ya con las valijas enfilando al hotel céntrico, los excombatientes compartieron sus sensaciones. “Es una gran emoción la que siento, y me quedo sin palabras para describirla”, dijo a época Miguel Saturnino Romero, de Villa Olivari, Ituzaingó.
A su lado, el verborrágico Héctor Luis Alfonzo apenas tenía palabras para describir lo vivido minutos antes. “Tengo una gran emoción, hermano… espectacular, muchísimas gracias a todos los que hicieron esto posible”, indicó.
Rubén Ovidio Fernández, de Lavalle, también agradeció a la organización de este viaje. “Gracias, gracias a todos, es una enorme emoción lo que vivimos en siete días. Dejé una mochilla de dolor allá y traigo otra, de alegría y emoción”, aseguró.
Ramón Feliciano Vargas, de Monte Caseros, con los ojos aún con lágrimas, dijo estar feliz “por todo lo que pasé esta semana en las islas y por haber podido llegar a mi posición de combate”.
Eduardo César Alcorta, de Bella Vista, apenas contestó la requisitoria periodística: “Con la Marcha a las Malvinas y el Himno Nacional recuperé la voz porque estoy disfónico. Fue algo emocionante e increíble”, resumió.
Un poco más allá, Eusebio Villalba, de Mantilla, dijo lo suyo; Eleuterio Ramón Saucedo, de Chavarría, se saca fotos con la guardia de honor y lanza un breve comentario a Luciano Pintos, de Mercedes.
El anochecer se va adueñando de Río Gallegos. Me detengo en la puerta de salida y los veo: van en fila india dibujando siluetas de hombres de sesenta y en el horizonte amarillento y grisáceo aparece un arcoíris. Créase o no, es uno muy parecido a aquel que vimos el sábado en que aterrizamos en Malvinas.
En el micro rumbo al hotel, un excombatiente me habla: “Yo ya cumplí mi promesa: dije que volveríamos a Malvinas, y en mi bandera decía que volveremos. Y lo hicimos…”.
La emoción cortó la frase. No era necesario seguir, solo fundirnos en un abrazo de camaradería.
El proceso de sanación de estos excombatientes es ya una realidad.