Javier Milei lo logró. En contra de casi todos los pronósticos previos, su candidato, el vocero Manuel Adorni, dio el batacazo derrotando al mismo tiempo al peronismo y a la lista apadrinada por Mauricio Macri en las elecciones que renuevan bancas en la Legislatura porteña. Con el 30,13 por ciento de los votos, el libertario se impuso a Leandro Santoro de Unión por la Patria -que obtuvo 27,35- y a Silvia Lospennato, la postulante del PRO que terminó tercera con 15,92. La jugada a priori parecía peligrosa porque La Libertad Avanza y los amarillos dividían los votos del antiperonismo al no ir en una alianza, con lo cual Santoro aparecía como el favorito en la mayoría de las encuestas, que otra vez erraron feo.
La euforia en el búnker mileísta del Hotel Libertador era patente. “Hoy se pintó de violeta el bastión amarillo”, bramó Milei, dejando en claro que le importaba más derrotar a Macri que impedir que en la Ciudad ganara un peronista. En cambio, Adorni sí se mantuvo fiel al speech de campaña: “Era kirchnerismo o libertad, y hoy ganó la libertad”. E invitó a los derrotados del PRO: “Tábula rasa, el que acompañe es bienvenido”. La más aclamada de la noche fue Karina Milei, definida por su hermano como “la gran arquitecta” del triunfo.
El cómodo tercer puesto obtenido por Lospennato es un mazazo para Macri y el PRO y casi un certificado de defunción política. Hace 18 años que los amarillos venían gobernando y ganando elección tras elección en la Ciudad, el lugar que vio nacer al espacio del ex presidente. Ahora, el bastión -el único que tenían- acaba de caer. Cuando a los operadores de Milei les preguntan por el futuro de Macri tras ese fracaso, la respuesta en off the record es crudísima: “Muerte o exilio”. Es una metáfora, claro: o se retira o irán por él. Incluso, en el Gobierno ya le habrían exigido a Patricia Bullrich que los diputados que le responden rompan el bloque del PRO en forma inminente.
La previa de las elecciones estuvo teñida por el escandaloso video fake en el que un Macri diseñado con Inteligencia Artificial anunciaba que bajaba la candidatura de Lospennato para impedir que el kirchnerismo ganara en la Ciudad y llamaba a votar por Adorni. Esa pieza de campaña sucia fue difundida en sus cuentas por los lugartenientes digitales del asesor estrella de Milei, Santiago Caputo, entre ellos “El Gordo Dan” y Alejandro “El Galleguito” Álvarez. El ex presidente inició una causa en la Justicia electoral para que el video saliera de circulación y se quejó: “Es una cosa de loquitos”. ¿Le pudo haber costado votos decisivos? Con el diario del lunes, en el PRO afirman que sí. Porque, antes de eso, casi ninguna encuesta daba como ganador a Adorni.
Lo de Santoro de todos modos es una módica hazaña en un territorio históricamente antiperonista, en donde el último candidato de ese partido que ganó una elección fue el menemista Erman González en las legislativas de 1993, ¡hace 32 años! El segundo puesto obtenido lo posiciona como postulante cantado de su espacio a la jefatura del Gobierno porteño en 2027.
Los que también tuvieron un domingo expectante son dos personajes que rompieron con sus respectivos espacios. El primero, Ramiro Marra, socio fundador de La Libertad Avanza y recientemente expulsado por la hermana Karina Milei, presentó lista propia y se quedó afuera de la Legislatura con el 2,62 por ciento de los votos, ocupando el sexto lugar. Esos sufragios blue del espectro libertario al final no le hicieron falta a Adorni. El otro protagonista que sí saboreó su vendetta es el ex alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta, quien -enfrentado con Macri desde la feroz interna amarilla de 2023- también se postuló por las suyas y quedó cuarto con 8,08 puntos, los que hubiera necesitado la candidata del PRO para hacer un papel más digno. Igual no le hubieran alcanzado para salir segunda. Si se suman los votos conseguidos por Adorni, Lospennato, Rodríguez Larreta y Marra, todos posicionados en el lado derecho del tablero político, el resultado da más de 55.
En la antesala de los comicios, Macri y Milei chocaron fuerte por la fracasada sanción de la ley de Ficha Limpia en el Senado, la cual le hubiera impedido ser candidata a Cristina Kirchner, que tiene una condena apelada ante la Corte Suprema en la causa Vialidad. Macri acusó a Milei de tumbar el proyecto con los votos de dos senadores misioneros que le responden al hombre fuerte de esa provincia, Carlos Rovira, un aliado estratégico del Presidente. Milei le contestó que el pacto para hacer caer la ley fue entre el propio Macri y CFK, un disparate. El ex presidente cerró la discusión acusándolo de mentiroso y diciendo que sentía “una desilusión infinita”. No hay retorno entre los dos referentes de la derecha nacional.
Ahora, tras el golpazo sufrido por el PRO en su territorio, la discusión se trasladará a la provincia de Buenos Aires, el lugar que por su densidad poblacional define todo. En el comando libertario aspiran a sumar a dos figuras del PRO, Diego Santilli y Cristian Ritondo, a la campaña del oficialismo, pero a espaldas de Macri. ¿Será al tan mentado acuerdo entre la Libertad Avanza y los amarillos? En realidad, el plan es que se pasen de bando y se pinten de violeta para así terminar de desplumar a Macri. Santilli podría ocupar uno de los primeros lugares en la boleta libertaria -él pretende el primero- y Ritondo suena como posible armador de la campaña. El ex presidente hará todo lo que pueda para boicotear esa movida con el poco poder de fuego que le queda.
El clima irrespirable que hoy vive la sociedad en plena expansión libertaria se puso de manifiesto en el momento en que Milei fue a votar a la sede de la UTN y acusó a un movilero de TV de golpearlo intencionalmente con el micrófono, y también cuando, a continuación, uno de los fiscales de mesa se negó a algo tan básico como estrechar la mano del Presidente, lo que le valió el inmediato bullying de los trolls oficialistas en las redes. Escenas calientes de una Argentina partida en dos.
El otro dato alarmante es la bajísima participación que tuvieron los comicios, de solo 53 por ciento. Casi la mitad de los porteños eligieron quedarse en su casa, una clara señal de lo que los politólogos definen como insatisfacción democrática.