En medio de la sentencia a más de un año de cárcel, Halit Ergenc enfrenta su presente más difícil. Cómo fue el camino que nació en Las mil y una noches y sobre el que construyeron una familia rodeada de afecto.
Nadie podía preverlo cuando los actores que interpretaron a Onur y Sherezade cruzaron miradas por primera vez en el set de Las mil y una noches. Corría el año 2006, y entre los decorados que recreaban pasajes de un clásico atemporal en la ciudad de Estambul, nació uno de los relatos de amor más inesperados de la televisión turca.
Diez años después, la serie aterrizó en el país el 5 de enero de 2015, y el público argentino conoció por primera vez una historia llena de suspenso, amor romántico e infinitos paisajes de un mundo desconocido. De inmediato, la novela superó los 20 puntos de audiencia y no solo registró el furor del público, sino también el latido secreto de una verdadera historia de amor cultivada lejos de las cámaras.
Halit Ergenç (Onur) y Bergüzar Korel (Sherezade) no se enamoraron solamente en la ficción. Al principio, parecía que las diferencias los separarían. Dicen los asistentes que ni se aguantaban. Durante las primeras ocho semanas de grabación, ni una señal de romance. Bergüzar miraba a Halit con recelo, etiquetándolo como un mujeriego imposible de domar. Él, por su parte, creía que nunca captaría el interés de una mujer tan magnífica. Durante las primeras semanas, la distancia entre ellos no se acortó. Bergüzar inició un romance con Tan Sağtürk y Halit, una relación que culminó en matrimonio con Gizem Soysaldi en 2007. No obstante, las trazas del destino, imprevisibles y contundentes, intervinieron. La pérdida de su padre y el suicidio de su sobrina lo dejaron devastado y provocaron el desmoronamiento de su breve matrimonio en solo siete meses.
En medio de su dolor, Bergüzar se acercó a él. Ya no era solo su compañera en escenas de ensueño, se convirtió en su apoyo en momentos de profundo desaliento. Ella también acababa de poner fin a su compromiso, y sus caminos convergieron cuando el cariño se transformó en amor verdadero. Oficializaron su relación apenas las cámaras dejaron de grabar. Y el 1° de febrero de 2010, la llegada de Alí, su primer niño, cimentó su unión, pareciendo que por fin habían encontrado su propio final feliz.
Sin embargo, la vida les recordaba que su historia, como todas, tendría altibajos. El nombramiento de Halit como Solimán el Magnífico en El Sultán no solo marcó su glorificación como estrella internacional, sino que sembró semillas de celos y desconfianza. Dentro de los suntuosos escenarios y rodeado de mujeres, de harenes y de escenografías fastuosas, la situación parecía escrita para el drama. Entonces Bergüzar intentó minimizar la distancia participando en la misma serie, pero los rumores de confrontaciones con su coestrella, Meryem Uzerli, dejaron heridas.
En redes sociales, Bergüzar continúa reflejando una vida llena de tiernos momentos familiares y cómplices sonrisas. Entre tomas de paseos en bicicleta y almuerzos sencillos, pero ricos en felicidad, sus seguidores encuentran inspiración. Al mismo tiempo, la intérprete de la mítica Sherezade se ha convertido en una voz que desafía estigmas, como lo hizo cuando compartió las duras experiencias vividas durante el nacimiento de Leyla. Más allá de la estrella, sus confesiones la han convertido en una figura accesible e inspiradora para muchas mujeres, admirada no por la perfección, sino por su humanidad.
En un presente que podría parecer el marco perfecto de un cuento de hadas, la realidad implacable asomó nuevamente su cara más dura. La reciente condena por falsa declaración contra Halit, relacionada con protestas ocurridas en Turquía en 2013, presentó un inesperado giro. Sin embargo, con la sentencia de prisión suspendida y el ánimo de seguir adelante, Halit y Bergüzar enfrentan juntos cada desafío, demostrando que su historia, auténtica y sólida, tiene raíces más profundas que cualquier ficción..
Mientras los años avanzan, su amor perdura, contra todo pronóstico, como un emblema viviente de que los finales felices no solo existen en las historias de cuentos o en las telenovelas de la televisión, sino en el comprometido esfuerzo diario de dos personas que edifican, juntas, un mañana mejor.